Hotel Transylvania 3: Vacaciones, relax y slapstick.
Vuelven los monstruos, esta vez enfrentando una aventura decidida a destruir a toda familia y amigos: las vacaciones.
Después de una carrera consagratoria como animador y guionista en series como Las Chicas Superpoderosas, El Laboratorio de Dexter y Samurai Jack, el director Genndy Tartakovsky había alcanzado un sueño personal cuando en 2012 se anuncio que iba a dirigir una película animada basada en Popeye, uno de los personajes de animación clásica que lo hizo enamorarse de su profesión. Aunque ese proyecto finalmente fue cancelado en 2016, parece que Tartakovsky logró cumplir con alguno de los objetivos que señalaba tenia para Popeye. Con Hotel Transylvania 3 ofrece una comedia de animación que se centra completamente en la comedia física de antaño, dónde los movimientos de sus personajes sirven como pie y remate de los gags.
La trama de esta tercera parte es muy simple: vacaciones. En más de una forma todos los personajes de las primeras dos entregas regresan para tomarse unas buenas vacaciones, cada uno de ellos disfruta de un par de gags propios mientras que prácticamente ninguno tiene ninguna responsabilidad en una historia que solo sirve como excusa para situar a los personajes en otro contexto y entregar secuencias de humor visual. Para bien o para mal, el film funciona exactamente como si tratara de la película de una serie hecha para televisión: un paseo sin muchas consecuencias.
Un pequeño gran paréntesis es necesario: sería extraño de por si que uno entre a la sala con ellas, pero igualmente hay que aclarar que la película no se molesta en cumplir con ninguna expectativa narrativa que pueda tener la audiencia. Prácticamente desde Chaplin que la industria del cine en general comenzó a utilizar a la narrativa de una película como el imán para atraer y mantener el interés de la audiencia, pero por lo general en las grandes películas el motor es otro. La trama, los personajes, el dialogo, todo sirve en pos de una experiencia cinematográfica, sensaciones nacidas de la edición de imágenes y sonidos que hacen de una película algo diferente a un libro o una obra de teatro. Hoy en día si un personaje no tiene un arca narrativa, si un giro no es explicado en su totalidad, o si un trabajo no esta completamente imbuido de significado temático es rápidamente desacreditado. Para bien o para mal, Hotel Transylvania tiene clara su decisión: todo elemento trabaja para entregar secuencias de animación impresionantes en las que cada movimiento trae consigo una inventiva comedia física.
Van a un crucero, Dracula se enamora y todos nuestros personajes caerán en peligro; el “qué” es simple y servicial, para el “cómo” cientos de animadores trabajaron miles de horas para que gracias a la visión de un director como Tartakovsky pueda encontrarse gracia hasta en los movimientos más mínimos. Sea obvio si uno esta atento a la animación, o simplemente se trate de un valor agregado que disfruta el subconsciente, podemos ver de forma clara que el trabajo que usualmente tiene encima cada proyecto de animación comercial se ve amplificado gracias a la visión de su director. Es una película que puede gustar o no, pero negar se trata de una muestra de la mejor animación consumible en cines es simplemente no estar mirando la pantalla.
El film es una secuencia constante de escenas con poco dialogo, y pequeños momentos (llenos de caras y reacciones creadas artesanalmente) en que la trama avanza. Hay largos momentos en que las palabras no son necesarias, algo que tiene como lado negativo la gran dependencia que tiene la película con las secuencias musicales. HT3 no esta ajena totalmente a problemas del cine moderno de animación en general, y es que verla es enfrentarse a canciones pop de dudosa e irregular eficacia en generar apropiadamente lo que buscan.
No es que nos olvidamos de nombrar al excelente elenco con el que cuenta la película, pero vamos a obviarlo por la desgracia de que el 90% de las proyecciones en nuestro país serán exclusivamente con el doblaje al castellano. Recomendable verla en idioma original para disfrutar de varios comediantes y voces destacadas como la de Buscemi, Parnell, Samberg y hasta Fran Drescher, pero si no es posible sirve aclarar que el doblaje es bastante servicial y decente al punto de que solo es una lástima sabiendo las voces originalmente detrás de estos personajes.
Para niños, fanáticos de la animación o para toda la familia, es difícil encontrar una audiencia que no pueda disfrutar de Hotel Transylvania 3. Aunque por supuesto, siempre va a estar alguien que pida de una película algo que no es. Pocas cosas son más subjetivas que la comedia, pero por suerte tenemos el valor objetivo de la excelsa animación que provee un proyecto con un director tan talentoso como Genndy Tartakovsky. Un verdadero maestro del género que lamentablemente Sony no parece saber aprovechar apropiadamente.