Hacía rato que no “cabeceaba” tanto con una película como me pasó con ésta en la función de prensa.
Y al terminar la proyección, charlamos con colegas y a ellos les había pasado lo mismo.
Lo que me lleva a la inmediata conclusión de que se trata de un film exclusivamente para chicos y del cual los adultos no disfrutan.
Cuando esta franquicia arrancó en 2012, aquella primera entrada estuvo bastante bien sin resultar innovadora.
Los personajes funcionaban y se jugaba con lo grotesco de una manera muy “kid friendly”, cosa que el público acogía con gracia.
En 2015 llegó la secuela, y ésta ya no contaba con la novedad y por lo tanto fue una gran repetición, con menos picardía.
Y este estreno, directamente es desechable. No aporta nada de nada si tenés más de 10 años.
En cambio, los más chicos se divertirán con el humor físico de los personajes.
El director Genndy Tartakovsky, también responsable de las dos entregas anteriores, falla en crear un universo interesante y atractivo, pese a que se trate de una tercera parte.
Es imposible no mirar para el costado y comparar con las producciones de Disney/Pixar, e incluso de otros estudios que no solo se dedican a la animación.
Asimismo, me quiero detener en el doblaje. Se me hizo insoportable, y esto se debe a dos motivos.
En primer lugar, por mezclar el clásico español neutro con el criollo porteño. Escuchar “ricos los panchos” te saca de clima por completo.
Esto sin desmerecer el laburo de los actores argentinos que prestaron su voz. Eso está bien, lo que hace ruido es la falta de criterio para mantener una uniformidad.
Y, en segundo lugar, no suena bien a nivel técnico. Algo muy muy raro en este tipo de producciones.
En definitiva, Hotel Transylvania 3 es un film que solo sirve para entretener a los más chicos.