Un excelente plan para calmar a las fieras que descansarán del colegio. Esta entrega final ofrece un claro objetivo principal que es el de su llegada casi exclusiva a los más chicos.
Luego de haber aceptado a un chico humano como el novio de su adorada hija Mavis en Hotel Transylvania (2012) y de haber recompuesto una relación distante con su padre, Drácula (Adam Sandler) regresa con toda su banda amiga de monstruos para dar un ¿cierre? a la franquicia de Sony Pictures que supo entretener a grandes y chicos, con un humor que mezclaba de gran manera la comedía física y los chistes con doble sentido.
En esta oportunidad y agobiado por tanto trabajo en el Hotel, Drácula se da cuenta de que a su vida le hace falta algo. Más bien, alguien, y es que el se ha encontrado solo desde que la madre de Mavis (Selena Gomez) muriera cuando su pequeña era apenas una bebe vampiro. Por eso, para despejar la mente y relajarse un rato, el vampiro más famoso de todos embarcará con toda su tropa amiga a un crucero por el océano. Obviamente, Johnny (Andy Samberg), Dennis (Asher Blinkoff), Frank (Kevin James), Wayne (Steve Buscemi), Griffin (David Spade) harán lo posible para que Drácula y su hija pueden hacer más fuerte su relación y ver si el Conde, puede encontrar de nuevo el amor.
Dirigida una vez más por Genndy Tartakovsky, responsable de toda la trilogía, esta segunda secuela, se ve alejada a nivel comedía de su antecesoras. Esta entrega final ofrece un claro objetivo principal que es el de su llegada casi exclusiva a los más chicos, ayudada también por la serie animada de nombre homónimo que se da por Disney Channel. Atrás quedó el ingenio de sus dos primeras partes de hacer reír a los de una edad más avanzada con diálogos un poco más maduros y lo reemplazaron con más comedia física, que entretiene pero por lo que ha otorgado antes, se espera que siga por ese rumbo. Un claro ejemplo, es que muchos personajes que habían cautivado de gran manera como Johnny tienen poco protagonismo y cuando lo tienen, lo desperdician. La animación sigue por el mismo camino de mezclar paisajes en un claro y convencional 2D, con personajes en tercera dimensión, que si bien no lo hace para nada mal, el salto de calidad que se espera en esta época de efectos visuales deslumbrantes, no se ve.
Otro de los puntos flacos, es la tremenda previsibilidad del guión. Desde que la película comienza, cada acción que toman los protagonistas es obvia. No se puede esperar una narrativa demasiado compleja o giros, pero por lo menos para los más grandes que vayan a verla, no estaría mal un poco de entretenimiento argumental de primer nivel. Algo bueno que se puede destacar, es la suma de criaturas y ciudades de la mitología que hacen más amena la peli. Junto con un claro mensaje de fondo de aceptar al otro sea monstruo o humano por igual, el resto de los grandes aciertos previos, no vuelven a aparecer.
El tercer acto merece una mención especial porque junta todas las características de un pésimo final. Estirado, sin sorpresa y con falta de gracia, la película se alarga unos 15 minutos solo por el hecho de rellenar. El mismo error ocurre más de una vez en la película y los chistes que hacen gracia una o dos veces, son recurrentes hasta el hartazgo.
Aprovechando que se vienen las vacaciones de invierno, Hotel Transylvania 3 es un excelente plan para calmar a las fieras que descansarán del colegio. Para los padres o mayores que los acompañen, no la pasaran mal, pero no esperen entretenerse y amigarse de los personajes, porque no lo conseguirán.