ADORABLES CRIATURAS
Genndy Tartakovsky, animador y creador de series de TV como “El Laboratorio de Dexter” y “Samurai Jack”, da un firme primer paso como director cinematográfico y demuestra con HOTEL TRANSYLVANIA que, más allá de los formatos de producción (2D o computadora) o exhibición (tele o cine), lo que importa verdaderamente es la originalidad y el talento. Y él tiene ambos. Porque su marca indeleble se deja ver en cada detalle de este film, desde el humor hasta los movimientos exagerados, casi grotescos, de los personajes. La película, poblada por decenas de adorables monstruos, se destaca por una considerable cantidad de gags que funcionan (sobre todo los de humor físico), por el original diseño de las criaturas y por un estilo de animación diferente y muy personal que permite que el ruso se plante ante Pixar, DreamWorks y los demás, y diga, con el pecho inflado de orgullo, “Atentos, aquí vengo yo con lo mío”. Lo que no convence del todo es la falta de fuerza del guión, por momentos aburrido o con elementos trillados, que tiene como escenario de fondo el fantástico Hotel Transylvania, un establecimiento dirigido nada más y nada menos que por el Conde Drácula al que acuden los monstruos cuando quieren descansar de los humanos. .
El hotelero vampiro tiene una hija, Mavis, con la cual es extremadamente sobreprotector. Ella, a sus 118 años, está deseosa de salir a recorrer el mundo, pero su padre la mantiene encerrada en el castillo. La vida de todos cambiará cuando un despistado turista humano llegue al lugar por error. Allí, empezarán a sucederse una serie de divertidos y muy delirantes momentos, desde el recorrido por los pasajes secretos del hotel, hasta la fiesta en la pileta, sin olvidar la presentación musical de Frankenstein y compañía, y por supuesto las actividades propuestas por Drácula para celebrar el cumpleaños de su hija, como el bingo y el genial campeonato de “Dígalo con mímica”. Pero así como HOTEL TRANSYLVANIA da mucho por el lado del humor y lo estético, lo que falla es el argumento, principalmente en cuanto a la previsible manera en que se desarrolla la relación entre Mavis y el humano, y el total rechazo que Drácula tiene ante la idea de que su hijita se enamore, con todos los lugares comunes que eso implica.
Fue muy acertada la decisión de Tartakovsky de alejarse de lo usual en cuanto a la animación por computadora: él decidió dejar de lado la pretensión de realidad y se concentró en imitar los movimientos exagerados de los viejos cartoons en 2D, recurso que le da mucha personalidad a sus personajes, en cuyos rasgos y gestos también se nota la mano del director. Y así como en la película hay algunos chistes que funcionan y otros que no, hay un personaje que no está a la altura del resto: es una vieja gremlin que come cualquier cosa de un rápido bocado para después decir “Yo no fui”. Más allá de que se trate de una creación fallida, la criatura bien podría ser una representación del director y la forma en que se hizo cargo del proyecto, cuando éste ya estaba en marcha y tras varios cambios de responsables. Esta situación no le impidió a Tartakovsky aportar sus ideas e insuflar a la producción con su estilo, casi fagocitarla con un tarascón gremliniano. Y no hace falta que diga nada: sabemos que fue él.