Genndy Tartakovsky es uno de los mejores realizadores de animación comercial de los Estados Unidos. Inventor de El laboratorio de Dexter y Samurai Jack -dos grandes series-, debuta en el largometraje con este film creado computadoras mediante que narra la sobreprotectora relación de un bonachón conde Drácula y su hija. El vampiro ha creado un refugio para monstruos con la idea de que los humanos son malos y peligrosos, hasta que un torpe adolescente se cuela, inadvertidamente, en el lugar. Y la joven vampira se enamora. A partir de esta premisa y con mucho ritmo, crece un film humorístico y leve que pone el acento en el chiste rápido y físico, leve y simple. Esto funciona bastante bien, pero no del todo: en ocasiones, el vértigo impide gozar del cuidado trabajo visual en el diseño de personajes y ambientes. Y, en el balance final, da la impresión de encontrarse con un lujoso capítulo piloto para una serie (seguramente habrá secuelas). El trabajo de voces en inglés es mucho más interesante que el 3D un poco “a reglamento”. Puede llevar chicos muy chicos: no hay un solo susto en todo el film.