Esta ópera prima de la directora correntina está ambientada en el mundillo amateur del fútbol femenino. Una valiosa propuesta que ganó el premio a Mejor Elenco en la Competencia Internacional del último BAFICI.
En la primera escena de este debut en el largometraje de ficción de Clarisa Navas vemos a un grupo de chicas jugando por la noche en una canchita de fútbol 5. Algunas demuestran llamativas habilidades con el balón; otras, un fuerte temperamento y poca paciencia para soportar una patada, un tiro demasiado violento o un pase que nunca llega. Y todas, más allá de sus evidentes diferencias, comparten la pasión por ese deporte. Ellas forman parte de Las Indomables, un equipo de un pueblo ubicado en las afueras de Corrientes cuyo único integrante masculino es el entrenador.
Tras ese prólogo, la acción salta a una tarde de domingo en la canchita del barrio: allí, un candidato a intendente organiza un evento que incluye un torneo de fútbol femenino. Entre inflables y locutores con altavoces se va desarrollando el campeonato, pero las chicas -ajenas a la patética movida política- deben esperar un buen rato su turno para ingresar a un campo de juego con más tierra que césped. La inminencia de una tormenta complicará aún más la cosa y la lluvia convertirá a la cancha en un barrial.
Más allá de la presencia del director técnico y de unos espectadores siempre dispuestos al piropo agresivo, Hoy partido a las 3 presenta un universo íntegramente femenino. La película es una reivindicación -por momentos quizás un poco subrayada- de los códigos femeninos (casi todas las chicas, además, tienen bastante más interés sexual en otras mujeres que en los hombres, que resultan aquí decididamente patéticos).
La directora dedica largos pasajes a filmar los partidos y opta porque la cámara se meta entre las chicas generando una sensación inmersiva, participativa, aunque hay algunos momentos en que las jugadas parecen demasiado prefabricadas y pierden cierta espontaneidad y credibilidad para los que somos futboleros. De todas maneras, no es ese el eje principal de la película.
Navas logra capturar la idiosincracia de sus personajes, la dinámica grupal y la pasión furiosa por el fútbol, más allá de algunos pasajes en que la narración se frena y luce demasiado derivativa. La directora registra (y construye) un mundo propio, un universo que además ha sido muy poco abordado por el cine. En ese sentido, no se trata de un mérito menor