Con un partido como excusa, Clarisa Navas desarrolla las íntimas historias de un grupo de chicas, en un barrio del litoral, en Hoy partido a las 3.
La historia arranca con el entrenamiento de un equipo de fútbol femenino “Las indomables”. Con peleas y algunos rencores, se preparan para jugar al día siguiente un torneo contra otros barrios. La espera las impacienta pero no pierden el tiempo, sino que lo dedican a mirar otros partidos y conocer gente. Mientras que, de fondo, un vocero alienta la campaña de un candidato a intendente.
Filmado con actrices y jugadoras de fútbol, el engaño logra que el espectador se pierda entre el registro documental y la ficción.
La cámara fomenta mucho más esta naturalidad, sin interferir en las miradas de cada personaje, con diálogos que se pisan y planos que no están del todo encuadrados en la acción. Además la historia fluye con un tiempo casi realista.
A la par explora varios temas durante la espera del comienzo del partido. Por un lado, el lesbianismo. Las chicas están más interesadas entre ellas que en los hombres (ausentes en la mayor parte de la película). Manejan códigos en donde, a pesar de que sus intereses amorosos son de conocimiento en sus grupos, no lo explicitan (en general), sino que lo mantienen en secreto.
Por el otro, la posición del hombre frente a la mujer: a veces fuera de campo, como los policías o los chicos que le piden la cancha al principio. A medida que avanza la historia se hacen más presentes: el novio de una de las chicas, los que las “apuran’ y se ríen en el medio del partido y esa figura que roza lo caricaturesco que es el que maneja el “marketing” del candidato político. Contrasta el choque entre la pasión que le ponen las chicas a su actividad y los intereses políticos y económicos que mueven la organización del torneo.