Cuando el cine es antropología
Huellas y memoria de Jorge Prelorán , un documental y un homenaje
Documentalista de larga trayectoria tanto en nuestro país como en el exterior, Jorge Prelorán se destacó por enfocar su cámara en los habitantes pertenecientes a la realidad del interior y de ellos extrajo sus formas de vida, sus pesares, sus alegrías, sus humillaciones y esa quietud que les impedía sacudirse tanto de sus angustias cotidianas como de la persecución.
Sus trabajos de realización implicaron una investigación antropológica a través de la convivencia con los protagonistas de sus films, sumado a una impecable labor artesanal de montaje. Así fueron surgiendo más de sesenta películas que desmenuzan la existencia de esos hombres, mujeres y niños perdidos en la inmensidad de humildes poblados, que se ganaban el pan con el trabajo arduo de sus manos y con la esperanza de alcanzar una vida mejor.
No era tarea fácil llevar a la pantalla grande la existencia personal y profesional de Prelorán, un hombre nada dado a la estridencia ni al altisonante aplauso, pero Fermín Rivera, que ya tenía en su haber Pepe Núñez, luthier , rodada en 2005, logró un film de enorme calidez y de necesaria memoria. Para ello se puso al lado de Prelorán hasta la muerte de éste, ocurrida el año anterior, y así van surgiendo los datos más importantes de este documentalista que pasaba el tiempo entre los miembros de una comunidad perdida, sin apuro y sin cámaras, y recién meses después, cuando ya se consideraba un amigo de ellos, pedía permiso para filmar.
Rivera supo comprender cabalmente la intención artística de Prelorán, y lo reflejó como el maestro que lució su capacidad creadora como profesor y como escritor, aunque su literatura apenas quedó en los borradores de sus libros.
La cámara lo sigue en sus residencias de Buenos Aires, Los Angeles y de numerosas zonas de nuestra geografía, siempre acompañado por su esposa, Mabel, rodando documentales tan notables como Hermógenes Cayo , Quilino , Cochengo Miranda y Los hijos de Zerda , entre otros, de los que aparecen algunas escenas. Jorge Prelorán, sin ser un político y menos un subversivo, debió refugiarse en el exterior a mediados de los años setenta, perseguido por la dictadura.
Huellas y memoria de Jorge Prelorán es más que un merecido homenaje al documentalista. Es un ejemplo de vida cuya comprensión y amor son los que Prelorán rescató de sus personajes y los llevó con su enorme pasión a la pantalla grande.