El hombre detrás del mito
Venerado por un puñado de cinéfilos, colegas y discípulos, Jorge Prelorán filmó mucho, pero su obra se vio poco en la Argentina (vivió tres décadas fuera del país). Bastante se ha escrito sobre su cine etnobiográfico, se sabe que fue nominado al Oscar, pero entre el mito construido alrededor de su figura y la llegada real de su filmografía hay una enorme distancia.
Ese abismo es el que se encarga de salvar (al menos en parte) este logrado documental de Fermín Rivera, precisamente uno de sus "seguidores" más incondicionales, que dedicó casi un lustro a construir este retrato humano y artístico del director, fallecido en marzo de 2009, a los 75 años.
El film -siguiendo una prerrogativa del propio Prelorán- opta en una de sus primeras escenas por evitar el sonido sincrónico. Así, escucharemos al cineasta en off y lo veremos en pantalla, pero nunca hablando a cámara. En cambio, Rivera sí incluye -en una decisión bastante polémica- varios testimonios directos de gente que lo conoció o que valora sus trabajos y su influencia (algunos, además, bastante prescindibles).
La película es didáctica (arranca desde su niñez asmática, sigue por su adolescencia ya ligada al cine, por la oposición de sus padres que querían verlo como arquitecto y terminaron considerándolo como la "oveja negra" de la familia, por su primera incursión en los Estados Unidos como estudiante en Berkeley, por sus trabajos iniciales con una Bolex vieja que lo acompañaría durante buena parte de su carrera, por un divorcio prematuro con una mujer con la que tuvo una hija, por sus becas Guggenheim y su relación con la Universidad Nacional de Tucumán, por sus films en el noroeste, por sus limitaciones como padre, y por las contrapuestas lecturas ideológicas alrededor de su cine, hasta llegar a su lucha final contra el cáncer), pero resulta casi siempre honesta, lúcida, cuidada y atrapante. No deja de ser un panegírico, es cierto, pero Rivera se permite mostrar unas cuantas dudas, contradicciones y limitaciones de su homenajeado.
Así, Huellas y memoria de Jorge Prelorán se convierte no sólo en un sólido documental que viene a llenar un hueco en la historia cinéfila argentina sino también en una suerte de testamento fílmico por parte de un artista que marcó una época, impuso un estilo y dejó unos profundos y ricos retratos sobre esa Argentina que no mirábamos y que todavía, en muchs casos, seguimos sin mirar.