Adicción al poder
“Huérfanos de Brooklyn” (Motherless Brooklyn, 2019) es una película de crimen y drama dirigida, escrita, producida y protagonizada por Edward Norton (“El club de la pelea”, “El ilusionista”). Basada en la novela homónima de Jonathan Lethem, el reparto se completa con Alec Baldwin, Gugu Mbatha-Raw (Black Mirror), Willem Dafoe, Bobby Cannavale, Ethan Suplee, Dallas Roberts, Cherry Jones, Josh Pais, Bruce Willis, Leslie Mann, entre otros. Tuvo su premiere mundial en el Festival de Cine de Telluride.
Ambientada en la década de 1950 en Nueva York, la historia gira en torno a Lionel Essrog (Edward Norton), un detective privado que padece el síndrome de Tourette. En su infancia, Lionel fue rescatado de un orfanato católico por Frank Minna (Bruce Willis), el cual ahora es su jefe y mentor. En una misión secreta en la que estaba implicado Frank, algo sale mal y éste termina falleciendo. Abatido, Lionel se pondrá manos a la obra para descubrir qué información valiosa tenía su amigo y quién fue el responsable de su muerte.
Brindando homenaje al film noir de antaño, Norton tenía en mente llevar este relato a la pantalla grande desde que quedó fascinado al leer la novela de Jonathan Lethem, que fue publicada en 1999. Aunque a la película le llevó alrededor de 20 años entrar en producción, finalmente Edward pudo concretar su proyecto personal. Lamentablemente, el resultado no es del todo satisfactorio cuando nos ponemos a analizar a la obra en su conjunto, a pesar de que tiene variados aspectos positivos a destacar.
Por empezar, la reconstrucción de Nueva York en los años ’50 está muy bien lograda. Con una fotografía acorde, el vestuario, las calles y los automóviles nos transportan fácilmente a esa época. La música, plenamente el jazz, acompaña gratamente a medida que el protagonista va recolectando pistas para llegar a la revelación final.
En cuanto a las actuaciones, Edward Norton se luce al encarnar a un personaje que se ve afectado por un trastorno neurológico que lo hace decir involuntariamente frases que quedan fuera de lugar. Ya sabíamos, por el primer papel que tuvo el actor en “La raíz del miedo” (Primal Fear, 1996), que Norton es capaz de meterse al 100% en la piel de personas con tics notorios. Esta no es la excepción ya que “el fenómeno” (así lo llaman sus compañeros en la película) Lionel Essrog siempre resulta creíble y también admirable por contar con una memoria impresionante. Essrog no solo recopila situaciones que ve, sino que es capaz de recordar conversaciones con muchos datos duros en su mente, sin necesidad de anotar nada.
Lo que hace que el filme no sea completamente bueno es su duración. Las dos horas con 24 minutos se sienten y mucho, lo que nos lleva a la conclusión de que si el guión pasaba a estar en manos de otro la cinta hubiera sido más redonda. El ritmo no logra mantenerse por más que la temática sea interesante (la ambición de los políticos, la corrupción, estafas y discriminación a la personas de color). Sin generar empatía, las vueltas de tuerca no sorprenden como deberían.
“Huérfanos de Brooklyn” podría haber llegado a mejor puesto si se tenía en cuenta que la fluidez es esencial para no perder el interés. Cuando ya se sabe por dónde va la problemática, la película deja de ser atractiva y se vuelve tan pesada como intrascendente.