Con ese titulo es fácil imaginar que el productor y director Rob Cohen (el primer “Rápido y furioso”, “xXx”) nos dará un film de catástrofe con muchos efectos especiales hacia el final de la peli, como marcan las reglas del juego. Pero aquí todo se acumula con un robo de 600 millones de dólares, destinados a ser triturados por muy usados, en una sede de la reserva federal en un pequeño pueblo costero de Alabama. Justo ahí es donde el huracán de todos los huracanes está por desatarse. Entonces entre el mal tiempo de lluvias y vientos imposibles se desarrolla este robo con un pequeño ejército de maleantes que incluyen a la policía, hackers y otras yerbas. Claro que no contaron con que una empleada honesta Maggie Grace se aliara con dos hermanitos a punto de reconciliarse, un meteorólogo y un empresario de arreglos y grúas. Entre los tres les escupirán el asado a los asaltantes. ¿Y el huracán? Ser viene con todos los efectos que por supuesto renuncian a toda lógica y verosimilitud, con carreras de camiones poderosos, ruedas usadas como frisbees, un ojo de tormenta que parece las aguas del mar rojo abriéndose para Moisés en “Los diez mandamientos” y otras lindezas fuera de toda lógica. Se puede ver como un divertimento enloquecido de efectos, que doblan constantemente la apuesta, de tono liviano y delirante. En ese aspecto es posible que tanta acción y efectos pasados de rosca compongan un pastiche hiperpochoclero.