Es el debut como director de un conocido comediante y guionista estadounidense Jordan Peele. Su película es de terror psicológico, con un humor oscurísimo, y mucha agudeza en la observación, para arremeter con un tema difícil como es racismo hacia los negros en EEUU. Ese racismo es el disparador de toda una trama que abreva de los grandes clásicos del terror. El comienzo es el resumen de todos los afroamericanos en EEUU, caminar por esos perfectos barrios, con grandes casas, todas habitadas por blancos. El sentimiento de peligro aflora de inmediato y en este caso se concreta de manera contundente. Después uno asiste a la historia de un fotógrafo negro, de novio con una chica blanca que se apresta a conocer a sus suegros, que ignoran el color de su piel. Su novia lo convence de que sus miedos son infundados, la llegada es con todos los abrazos y aceptaciones, lo mismo pasa con los amigos de la familia. Pero los pocos negros del lugar tienen algo muy raro. Y desde el teléfono su amigo, de seguridad de aeropuertos comienza a elaborar las teorías mas alocadas. Con homenajes a películas como “El bebe de Rosemary”, a las esposas perfectas y dóciles de “Stepford wives”, a “Los usurpadores de cuerpos” y muchas más. Todo parece ser de una forma y es de otra, las vueltas de tuercas no quitan la mirada inteligente a una sociedad que muchas veces solo tiene el barniz de la tolerancia y la integración. Pero el horror esta presente hasta el último minuto, como un plato fuerte para el espectador que ama el género y que en general debe conformarse con bodrios clase “Z” hechos en serie. Este caso es un verdadero lujo. Gran elenco: Daniel Kaluuya, Alison Williams, Catherine Keener y muchos más talentosos. No se la pierda.