Huye: Adivina quién viene a cenar.
Sublime. Perfecta. Terrorífica. Agobiante. Sobran adjetivos para calificar la nueva obra de Jordan Peele, la maravillosa Huye (Get Out, 2017).
El cine de género norteamericano (o el cine norteamericano en general) hace años que viene falto de ideas. No hacen más que generar remakes, adaptaciones y, de nuevo, remakes. Por eso adoramos que mentes como la de James Wan, o la vuelta del mejor M. Night Shymalan con, por ejemplo, Fragmentado (Split, 2017) nos sumerjan en esas pesadillas oscuras atemporales y aculturales.
Quién iba a suponer que este año tendríamos otra sorpresa, y que vendría del lugar menos pensado: la comedia. Porque Jordan Peele, director de este film, es un comediante muy famoso de yankilandia. Nadie esperaba que este manjar de demonios internos y oscuros entramados saliera de la cabeza de un tipo que te hace reir. Doble sorpresa. Si a eso le sumamos que se asoció con la productora Blumhouse, ya un ícono del cine de género actual de bajo presupuesto, sabíamos que algo bueno debía salir. Pero no algo TAN perturbadoramente hermoso.
Cuando vi el tráiler por primera vez (y no había ninguna señal de estreno local) quedé tan estupefacto que la sensación de ver ya mismo ese producto era tan ferviente como cuando te baja la presión y necesitas comer algo salado. Sabía que esa película sería un éxito en cualquier parte del mundo, porque notaba la atmósfera opresiva que se le quería dar al producto y es algo que en un film de horror nunca puede faltar para que te sientas agobiado y quieras cerrar los ojos, pero aún así, seguir viendo lo que va a suceder.
En el comienzo, vi que la premisa venía empapada del film de Stanley Kramer al cual hago referencia en el título de esta review, y que muchas veces y muchos años después, fue tanto parodiada como homenajeada en distintos géneros cinematográficos: la pareja interracial que debe hacer frente a la familia de uno de ellos (generalmente a la familia blanca y adinerada).
En este caso sucede exactamente lo mismo pero con un condimento especial, el cine de terror o thriller. Pero no es un terror de monstruos o seres sobrenaturales. No señor. El terror que se vive y se palpa en el film es el que se vive y se palpa desde hace décadas en suelo estadounidense: el terror de ser una persona negra. Uno de los aciertos de Jordan Peele (quien también escribió el magnífico guión) es conjugar géneros y se sientan orgánicos y no forzados.
El casting es otro logro que, al conocer un poco la filmografía de los actores principales, uno se va dando cuenta que la mayoría se ha destacado en papeles cómicos o personajes con tonos amables. Aquí, uno de los ejemplos más perfectos de versatilidad es Catherine Keener en un papel sumamente pertubador.
El choque de culturas, quizás risueño en el primer acto del film, va desapareciendo a medida que la trama se va alejando de los tópicos comunes, y sin caer en la obviedad del susto fácil, nos va lentamente metiendo en un juego siniestro. En una de las primeras escenas, Chriss (interpretado por el inglés Daniel Kaluuya) se queda estupefacto viendo como un ciervo al costado de la ruta lucha por aferrarse a la vida, luego de haber sido atropellado por él y su novia, Rose (Allison Williams, también magnífica). esa misma imagen se repetirá una y otra vez, cada vez que quede solo. Cada vez que recuerde la culpa por la muerte de su madre. La vulnerabilidad del ciervo es la misma que muestra Chriss, pero también la fortaleza de aferrarse al vida a pesar de su naturaleza y la de los demás.
Como decía anteriormente, el film conjuga los pasos de comedia (sarcástica), el thriller, los homenajes a films como Invasion of the Body Snatchers (1978), e incluso el drama racial, condimentado con la excelente fotografía de Toby Oliver (The Darkness), la música de Michael Abels y la excelente dirección de Peele, que sabe como utilizar los espacios reducidos en nuestra contra y darnos buenas sorpresas con constantes vueltas de tuerca en la trama, hacen que Huye (Get Out, 2017) sea una de las sorpresas del año y, quizás, se convierta en un nuevo clásico para revisitar muchas veces más.