La ópera prima del comediante Jordan Peele, a través de un relato de terror y fantástico, pone en relieve las contradicciones raciales que aún hoy en día persisten en nuestra sociedad.
Un joven negro camina por las calles de un suburbio solitario. Mientras habla por teléfono con su novia, un auto blanco, en el que suena una canción melosa, lo persigue como sombra. Tras cortar la llamada y atemorizarse por la situación, de repente le cae un fuerte golpe en la cabeza y es raptado por el conductor del extravagante vehículo. Este es el acertado preludio de ¡Huye!, film que con el devenir de la historia irá adoptando multiplicidad de formas y acepciones.
Tras el potente inicio, mientras se suceden los títulos en la pantalla, una música que parece sacada de un ritual masónico, mixturada con sonidos afroamericanos, nos dará una pista del rumbo futuro de la historia. Interrumpida la liturgia musical, aparece en pantalla una joven pareja interracial, Rose (Allison Williams) y Chris (Daniel Kaluuya), quienes se preparan para realizar un viaje.
El plan es ir a pasar el fin de semana a casa de los padres de Rose, para que conozcan a Chris, quien insiste en que sus “suegros” sepan sobre su color de piel. La bella chica le resta importancia al asunto, diciendo que sus padres no son racistas y emprenden camino. Con una recepción que de tan cordial parece falsa, la pareja se instalará en la hermosa casa de fin de semana.
Con el pasar de los días, Chris descubrirá que suceden cosas muy curiosas y casualmente se relacionan con su raza. Toda la gente de color que conoce, actúa de manera muy extraña, encima los de piel blanca tratan de conseguir su agrado con comentarios gregarios y fascistas.
¡Huye! comienza siendo una película que respira romance. Con el pasar del metraje va mutando, pasa a generar un clima de suspenso asfixiante, hasta explotar en un relato onírico —las secuencias en la que Chris entra en trance y cae en el vacío son alucinantes— también fantástico, con cuestiones de logias secretas y otras yerbas, hasta culminar en un derrotero a puro slasher. Y también es autoparódica, la conexión con el exterior de este mundo trastornado, es el mejor amigo de Chris, un jefe de seguridad que con humor descontractura la historia.
Si bien ya hubo grandes films de “terror social”, como la fabulosa La noche de los muertos vivos de George Romero, con un guion inteligente y original, ¡Huye! se suma a este subgénero, exponiendo la cuestión del racismo, en un mundo aparentemente progresista, de manera tajante y radical, develando los perversos y sofisticados mecanismos que se evidencian en ciertos sectores del entramado social.