Pequeño gran fenómeno de taquilla, esta película chiquita y concisa da una ingeniosa vuelta de tuerca al cruzar el film de zombies, en una de sus variantes, con el tema del racismo y la discriminación hacia los afroamericanos. En su primer film como director y guionista, el comediante Jordan Peele apuesta a lo directo, con un libreto depurado cuya simpleza contribuye al impacto: Huye es una película realmente terrorífica, sin necesidad de efectos ni monstruos. O, precisamente, porque lo monstruoso está en lo humano, es la locura racista. Huye gira en torno del fin de semana en que una pareja -Rose Armitage, blanca e interpretada por Allison Williams, la Marnie de Girls, y Chris, que es negro- viaja a conocer a la familia de ella. "¿Saben que soy negro?", le pregunta él con la inquietud de la perspectiva de conocer a los suegros. "No, pero no son racistas", dice ella casi indignada por la pregunta. Cuando llegan, está claro que el matrimonio Armitage es demasiado buena onda para ser real, y rápidamente los detalles (una mirada, un comentario fuera de lugar, el descubrimiento de que el servicio, en el caserón familiar, está compuesto sólo por negros) van confirmando que Chris acaba de poner un pie en una pesadilla. No conviene adelantar mucho más, porque Huye es como esas novelas policiales que se leen tan de un tirón que uno no se da cuenta de que invirtió dos horas de su vida. Como el experimentado cineasta que no es, Peele arma su relato con prolijidad, aunque también con demasiadas explicaciones innecesarias. Pero su cuento de terror creciente contiene humor satírico (imaginen la reacción de la policía cuando llega una denuncia de blancos secuestrando negros), inteligencia y furia. Bienvenidos a último terror político. Deja los pelos de punta.