La vidriera de Hollywood vuelve a exhibir a Tom Cruise, uno de sus productos más taquilleros, y lo hace mediante un filme caprichoso, mediocre e irrespetuoso de su propia lógica.
Esta vez Cruise es William Cage, un pedante publicista al servicio del ejército estadounidense quien -con el cargo de Mayor- se encarga de armar las operaciones mediáticas tendientes a dejar a las fuerzas armadas bien paradas ante la sociedad.
Es tiempo de una invasión alienígena que ya tiene tomada toda Europa y amenaza con tomar el planeta completo. Con la velocidad que exige el relato de esta era, Cage es enviado al frente para luchar contra la amenaza extraterrestre. Por motivos que el espectador descubrirá al ver el filme, si decide hacerlo, el Mayor Cage comienza a reiniciar su día de reclutamiento, una y otra vez, como Bill Murray en "Groundhog Day" cada vez que sonaba su despertador y se escuchaba a Sonny & Cher en la radio.
Obviamente, hay que exterminar a los malvados y escurridizos alienígenas que atacan a la Tierra y, más obviamente aún, para eso está el Mayor que dará su vida una y otra vez para intentarlo. En la misión no está solo, le acompaña la delgadísima y esta vez nada sensual Emily Blunt; en un rol absolutamente olvidable dentro de su carrera.
Los efectos especiales están a la altura de lo que hoy ya es moneda corriente dentro de la industria, nada del otro mundo. Con buen ritmo, el director entretiene y distrae, pero no lo suficiente como para impedir que se note lo poco original de la propuesta.
Sin dudas, el hecho que sea Cruise el protagonista de este filme, con todo lo que eso conlleva en términos contractuales, hace que el guión no tenga un final más interesante y coherente con la trama.
Al fin y al cabo, esta películas no son más que trajes a medida para la estrella de turno. Que les queden bien es lo que importa, el resto no.