Notables interpretaciones en film que rescata lo mejor del cine polaco de antaño
Son escasas las producciones de países de Europa Oriental que se estrenan en nuestro país últimamente. Hubo una época algo lejana en que nuestras pantallas exhibían con cierta frecuencia films de Polonia, la ex Checoslovaquia, Rusia y Hungría. Eran también tiempos distintos cuando estos países tenían regímenes políticos similares, todos impuestos por el comunismo soviético. Con la caída del muro de Berlín los tiempos cambiaron y la producción cinematográfica de dichos países se resintió un poco. Quizás Rumania sea la excepción al surgir varios directores exitosos cuyas películas ganan festivales y encuentran distribuidores ansiosos de estrenarlas.
Pawel Pawlikowski nació en Varsovia en 1957, pero gran parte de su no tan prolífica carrera se desarrolló en Gran Bretaña. “Ida”, su quinto largometraje es el primero que filma en su país natal. En Argentina sólo se estrenó “Mi verano de amor”, su tercera y muy inglesa película que permitió conocer a la prácticamente debutante Emily Blunt y le sirvió de trampolín para poco después protagonizar grandes éxitos como “El diablo viste a la moda”, “La joven Victoria” y la actualmente en cartel “Al filo del mañana”.
En “Ida” hay otra actriz en su primer rol artístico: Agata Trzebuchowska y es posible que Pawlikowski haya descubierto una nueva figura con futuro escénico aunque quizás limitado por su idioma eslavo. El tiempo lo dirá pero lo suyo es admirable al componer a una joven novicia a punto de tomar los votos.
Algo sin embargo retrasa dicho proceso cuando la madre superiora la insta a tomar antes contacto con Wanda, una tía que la joven no conocía. Ésta le hará descubrir quienes eran en realidad sus padres y que les sucedió durante la Segunda Guerra Mundial. Y también que su verdadero nombre no es Anna sino Ida y que fue depositada cuando niña en el convento para salvar su vida.
Filmada en blanco y negro, en un formato cuadrado no muy habitual (1,33:1) y con economía de recursos, “Ida” trasciende por la gravedad de su temática, subrayando la diferencia generacional entre Wanda y su sobrina. Mientras que la primera cede con facilidad a los placeres mundanos, la joven parece inmune a los mismos y decidida a llevar una vida casta dentro de la religión. Ello pese a que su tía le expresa textualmente un: “no dejaré que desperdicies tu vida”
Un tercer personaje, joven músico de una banda de jazz, se les agregará haciendo autostop y se sorprenderá “con la pareja muy graciosa” que forman ambas mujeres.
Un guión extremadamente ajustado y preciso irá develando secretos que incidirán en el destino de ambas mujeres. Inevitablemente el espectador cinéfilo asociará el cine de Pawlikowski al de otros realizadores de su país como Wajda o Polanski y también al de Bresson (“Los ángeles del pecado”, “Diario de un cura rural”).
Para quien añore el cine polaco de antaño ésta es la oportunidad de disfrutar de un film con notables interpretaciones y un guión inteligente cuyas revelaciones están sabiamente dosificadas.