La acción salva una historia insustancial
En algún momento John Singleton apuntaba a ser el más firme competidor de Spíke Lee a la hora de filmar policiales con trasfondo social o político. Ahora con esta «Identidad secreta» se aleja de cualquier pretensión seria, pero por lo menos sigue exhibiendo una gran calidad en lo técnico, lástima que aplicada a una gran tontería conspirativa, algo así como un film de espías adolescentes.
Taylor Lautner, el hombre lobo light de la saga de «Crepúsculo», es el espía en cuestión, aunque el guión lo muestra en un principio con un adolescente bastante común y corriente salvo por el detalle de que su padre lo entrena permanentemente en boxeo y artes marciales, además de ser el campeón de lucha libre de su colegio. Además, el muchacho se siente raro, y le cuenta a su psiquiatra Sigourney Weaver un sueño recurrente en donde es raptado de chico.
Cuando un profesor le pide un trabajo especial de sociología sobre chicos desaparecidos, el protagonista descubre, junto a su vecinita de enfrente, que un chico desparecido cuya foto se publica en un site se parece sospechosamente a él mismo, y hasta encuentra en el sótano la misma remerita de la foto que se ve en Internet. Lautner avisa al site, y empieza -casi tarde, porque todo esto demora mucho- la superación, con espías malvados que atacan su casa y espías supuestamente buenos comandados por Alfred Molina, que también lo persiguen pero para protegerlo.
A partir de este momento la película se debate entre escenas de acción bastante violentas y muy bien filmadas y diálogos tontos que, por momentos, casi arruinan todo. La excelencia técnica y las buenas actuaciones de los nombres ya mencionados en el reparto ayudan a mantener el equilibrio de esta tontería violenta que con mayor inteligencia hubiera dado para más.