Más que bueno, buenudo
Hasta hace unos días, si alguien me preguntaba “¿Qué te viene a la mente si menciono la palabra ‘Igor’?”, automáticamente habría exclamado “¡Marty Feldman en ‘El Joven Frankenstein’!”. Ahora, lamentablemente, me viene a la mente una película animada en 3D, con algunas buenas intenciones, un par de gags divertidos y mucho aburrimiento. Por lo menos hasta que se me pase el mal sabor de boca.
Es muy evidente que tomaron una buena dosis de Tim Burton, cosecha “El Extraño mundo de Jack” y “El Cadáver de la novia”, le metieron unas cuantas referencias obvias al “Frankenstein” de Boris Karloff y a “El Joven Frankenstein” de Mel Brooks (cortadas en juliana, para saltear con algunos chistes obvios), sazonaron con un par de actores conocidos (y a nosotros ni es nos quedó) y la mandaron al horno del 3D, para sacarla antes de tiempo, bastante cruda la verdad.
Se deja ver demasiado que buscaron una fórmula de antemano, al estilo “charla entre directores de departamento comercial”, que para ellos funcionaría o que por lo menos llamaría la atención. Pero se olvidaron que hay que poner otras cosas para que el resultado final funcione.
El más malo de todos
A ver, la premisa no es mala. Tenemos el país de Malaria, que hace años se encuentra sumido en las tinieblas, lo cual provocó que su economía virara de la agricultura a la fabricación de invenciones científicas maléficas con las cuales aterrorizar al mundo. “¡Excelente, debe haber miles de referencias a los clásicos del cine de terror!”, pensará algún inocente lector. Nop, no es para ese lado hacia donde se va la película. A pesar de que es posible encontrar algunas reminiscencias extremadamente obvias a films del género, la historia está centrada en “Igor”, el histórico ayudante jorobado de todo científico loco que se precie como tal. En este universo, todo niño nacido con joroba es denominado automáticamente “Igor” y es asignado a un inventor malévolo para servirlo en sus experimentos. De esta forma podríamos encontrar una lucha de clases con una clara referencia al proletariado (los Igor) vs la clase dominante dueña de los medios de producción (científicos). Ok, si, es mucho para lo que esta película propone, dejémoslo en el muchacho pobre que quiere triunfar.
Si Igor, sos un boludo, te salió bailarina y cantante el monstruo
Si Igor, sos un boludo, te salió bailarina y cantante el monstruo
Así es, el Igor protagonista de la película quiere ser famoso, quiere convertirse en el científico más malvado y desquiciado de todo Malaria. Tiene la imaginación, los conocimientos necesarios, pero una contra: es un bonachón consumado. Entonces, por más que lo intenta, no puede ser malvado. Y esto constituye, tal vez, el único punto original de la película: el protagonista es bueno, pero quiere triunfar como malvado. El problema con esto es que el diseño del personaje de Igor es tan… inepto, que esta dicotomía no es capitalizada en lo más mínimo. En lugar de buscar un personaje histriónico, chocante pero adorable a la vez, que verdaderamente jugara con la dualidad malo por fuera / bueno por dentro, terminaron con un jorobado soso, insípido, anodino y cualquier otro adjetivo que denote falta de interés o sustancia.
Entonces, lo que logran es que Igor te caiga mal. Si, es así nomás, Igor me cayó mal. A medida que la película iba avanzando quería que las cosas le fallaran, que lo descubrieran, que lo desmembraran, algo por el estilo. Tranquilamente podrían haber dejado de lado a este muchacho y haber dejado como protagonistas a sus compañeros, sobre todo a Scamper, uno de los primeros experimentos de Igor, que resulta en un conejo inmortal con tendencias suicidas. Si a esta premisa le sumamos la voz de Steve Buscemi, el resultado es monumental. O así lo sería, si no tuviéramos que padecer el doblaje al castellano, que es todavía MÁS insípido y anodino que Igor!! Lo ideal es escucharse varias veces los trailers norteamericanos en Youtube y después imaginarse los diálogos con las voces originales. Menos la de John Cusack, que… así es, adivinaron, es tan falta de gracia como casi toda la película. Prefiero mil veces los doblajes argentinos medio experimentales de “Los Increíbles” y “Cars”, gracias.
Scamper, quien hubiera podido escucharte con la voz de Steve Buscemi
Scamper, quien hubiera podido escucharte con la voz de Steve Buscemi
Los pibes no comen vidrio
Ah, pero que decir del famoso justificativo para este tipo de películas: “Lo que pasa es que es para chicos. Los chicos no son tan quisquillosos, la disfrutan igual”. Minga la disfrutan igual. No voy a contar ninguna anécdota sobre mi paladar infantil para el cine porque no viene al caso, pero lo pibes no son tontos. Saben reconocer la bosta cuando la ven. Y no, tampoco quiero decir que esta película sea una bosta porque hay muchas peores, pero los mismos pibes se dan cuenta de que acá no hay nada interesante.
Tal vez serviría para apaciguar las mentes en desarrollo de niños de corta edad, pero en ese caso ya deberíamos poner en duda si es una película dirigida a esa franja. El tono general es bastante oscuro desde la premisa, y tiene algunas cosillas un tanto macabras, como el conejo que busca constantemente una nueva manera de terminar con su vida, solo para fracasar y volver a intentarlo. No es el mejor mensaje para los niños.
En fin, una más del montón, de la cual a lo mejor te llevas un par de chistes que te hagan esbozar una leve mueca de sonrisa y, en el mejor de los casos, no se te hará eterna y aburrida como a mí. Lo único que me pregunto es lo siguiente: ¿Por qué será que en estas películas berretongas, los sidekicks siempre son más interesantes que el personaje principal?