Más allá de una estudiada empatía, de una fórmula pretendidamente exitosa, Igualita a mí termina conformando la deliciosa y divertida comedia que sus artífices se propusieron. El cineasta independiente Diego Kaplan derrocha una inesperada capacidad en el género para ofrecer un buen momento de cine nacional en el que el entretenimiento y la emotividad transitan por equilibrados andariveles, salpicados por algunas escenas memorables. Tras su auspicioso pero lejano debut con ¿Sabés nadar?, Kaplan se destacó en la TV (Drácula, Mosca & Smith), la publicidad y los clips musicales, y su retorno al cine lo muestra ingresando de lleno en una industria con ambiciones masivas. Aún así, Igualita a mí cuenta con aciertos en su trama, desarrollo y rubros técnicos para escaparle al mote de “producto” y garantizar su eficacia dentro de un cine de comedia no siempre aceitado en el terreno internacional. El guión del productor Juan Vera y Daniel Cúparo acerca de un ególatra, machista y ermitaño hombre de la noche a punto de ser redimido por una hija oculta, cumple su sustancial función dentro del andamiaje del film, junto, claro está, a la pareja protagónica. Un Adrián Suar pleno en matices para superar los estereotipos de su rol se complementa con el encanto exacto de Florencia Bertotti, mientras que intérpretes secundarios como Claudia Fontán, Andrea Goldberg y Gabriel Chame Buendía, entre otros, hacen un estupendo aporte.