Parado en el medio de la vida
Si utilizáramos el siempre útil recurso de pensar un film como el resultado de varios preceptos ideológicos y culturales del tiempo en que se genera, bien podríamos decir que el nuevo film de la productora Patagonik tiene más de un acierto.
Vale la pena destacar que Igualita a mí, el título que devuelve a la pantalla grande a Adrián Suar luego del éxito que resultó Un novio para mi mujer, es el fiel reflejo de una sociedad que se auto perpetua a permanecer joven.
No sólo por los avances tecnológicos que consiguieron prolongar la edad “joven” respecto a la edad “vieja”; sino porque el propio sistema obliga a emparentar las costumbres, herramientas, vocablos y hasta estilos de vida, corrompiendo entre ese cada vez más indefinible concepto de adultez.
Freddy (Suar) es un hombre que con 41 años, vive con plenitud su soltería, trabajando la menor cantidad de horas posibles en la empresa de su hermano mayor y disfrutando de los placeres de la soltería: departamento libre, vida nocturna, relaciones sin compromisos, etc. Sin embargo la llegada de Aylin, (Florencia Bertotti) una presunta hija oriunda del sur, puede llegar a cambiar sus planes.
Durante la primera parte del film los planteos son, de alguna manera, ambiguos. Porque si bien el soltero empedernido que parece llevar como bandera el ritual del “pendeviejo” (sepa entender el concepto aplicado) muestra a un Suar machista, egoísta y hasta irresponsable, pero a su vez, incapaz de comprometerse o de aceptar e incluso equiparar su maduración física con su crecimiento psicológico, las mujeres que se representan en el film no dejan de ser un mero objeto sexual; hasta que, por supuesto, las cosas empiezan a cambiar para el incorrectamente político protagonista.
Pensar en los hallazgos que Igualita a mí tiene como comedia es, sorprendentemente placentero. El buen timing que el director Diego Kaplan (¿Sabés nadar?, 2002) logra con la construcción del relato, más la buena química que presenta no sólo la pareja principal sino todo un reparto mixturado por simpáticos personajes secundarios, hacen del film una obra mucho más interesante de lo que a priori uno juzgara.
Kaplan logra armar una película precisa, con rubros técnicos impecables y una sencillez para el divertimento a veces procaz, otras tantas arriesgado (principalmente los de índole sexual) que se disfrutan desde este lado de la pantalla.
A pesar de ello, el principal problema del film aparece con la segunda parte de su desarrollo, cuando es obligatorio dar lugar al conflicto. Sin abundar en detalles, la innecesaria resolución de algunos pasajes es por un lado entendible pero por otro una enorme cantidad de señas al lugar común y a la sensibleria más directa que tal vez buena parte del público a la que apunte el film agradezca; pero que invita a imaginar qué otros caminos se podrían haber tomado.
De alguna manera, es aliviador pensar que un género tan desprestigiado en el país como la comedia empiece a encontrar un mejor rumbo, aún incluso cuando ni siquiera el propio Hollywood pueda ofrecer un título verdaderamente destacable .
Ya sea desde el aporte de los Taratuto (No sos vos, soy yo; ¿Quién dijo que es fácil?), los Goldfrid (Música en espera) y hasta la ya mencionada Un novio para mi mujer, se está logrando contar buenas historias, divertir y reflexionar -no importa cuán superfluamente- sobre temas de interés.
Hay un cine industrial argentino que crece, Igualita a mí no deja de ser el resultado del buen tino de los productores y la posibilidad de ofrecer un título que respete a los espectadores.
A pesar de los pormenores que se puedan encontrar en el film, sin duda alguna es una buena oportunidad para encontrase con el humor de personajes que televisivamente están condenados al prime time, pero que aquí logran ofrecer un producto digno, de una notable calidad estética y un cuidado artístico que debería resultar correspondido en las salas. No sólo porque lo merezca, sino también para demostrar que la comedia nacional empieza a ofrecer (con opciones como Pájaros volando y Lucho & Ramos actualmente en cartel) propuestas atractivas para distintos tipos de espectadores.