Cuando los años no vienen solos y te haces padre y abuelo todo en uno!
Seré honesta, cuando estrenaban Igualita a mí y a pesar de contar con uno de los guionistas de Un novio para mi mujer (Juan Vera), el hecho de estar protagonizada por Florencia Bertotti me echaba para atrás. No es que la considero una mala actriz, muy por el contrario creo que ha demostrado muchas veces tener grandes dotes de actuación; pero luego de su “Floricienta”, me ha costado mucho volver a valorarla pues los tics y tonos del personaje como que se le han pegado. No obstante le di una oportunidad y afortunadamente este es un film donde su personaje, aunque aun con algunos que otros puntos y señales reconocibles del personaje de la tira, se desenvuelve correctamente y al menos no son tan estereotipados.
Esta es una comedia liviana que apela a muchos de los clichés ya vistos, con las reflexiones pertinentes al caso; pero que al menos se disfruta sobretodo en familia. Como diría la publicidad de la conocida gaseosa: "Totalmente olvidable", pero no por ello menos efectiva. Freddy (Adrián Suar) es el típico cuarentón anclado en la adolescencia, solterón, de esos que le tienen alergia al compromiso y por ende a salir con mujeres de su propia edad. Una noche conoce en un boliche a una carismática joven de unos 23 años llamada Aylin (Florencia Bertotti) quien finalmente y tras una infructuosa tentativa de seducción por parte de él, le suelta la noticia de que podría ser su hija. Pero eso no es todo porque el día que les dan el resultado del ADN no sólo le confirman su paternidad sino que además ella está en la duce espera por lo que de un solo golpe termina siendo padre y abuelo al mismo tiempo. De aquí en más se desenvuelve la trama dirigida por Diego Kaplan con escenas infaltablemente emotivas, alguna que otra simpática aunque no sumamente hilarante y con actuaciones correctas.
Si hay algo que hay que agradecerle a Patagonik es el rescatar actores que hace un tiempo uno no veía en pantalla como es el caso de los padres de Freddy con Juan Carlos Galván y Ana María Castel o de esas presencias que uno siempre disfruta- aun cuando también suelen hacer el mismo tipo de papeles- como es el caso de Claudia Fontán como Elena, la peluquera.
Así mismo y aún cuando se lo suele ver a Suar mejor como productor que como actor, su personaje es creíble, bastante patético por momentos como todos aquellos hombres que nunca terminan por madurar. Es que el film apunta mayormente a eso, a mostrar que la vida tiene etapas y aunque hay ciertos mandatos sociales impuestos que podrían fácilmente ser cuestionados- como que todos debieramos estar casados y con hijos para una determinada edad- la vida tiene etapas a las que no es bueno aferrarse como tampoco quemarlas. Hacerse cargo de las responsabilidades es parte del crecer, los afectos son los que realmente cuentan.
Un final más bien predecible pero si hay algo que no se le puede machacar al film es que esté mal hecho o sea aburrido, realizado en forma más que correcta y prolija se disfruta aun cuando hemos visto mejores con este tipo de temáticas. Y como siempre digo, por muy liviana y parecida a otras, es siempre bienvenido que en el cine nacional siga habiendo quien apueste a la comedia familiar y, aunque a esta que escribe no le haya parecido una maravilla, es bueno saber que ha sido muy bien recibida por el público . Aunque de los números de taquilla siempre dudo, sepan disculpar, en este caso me guío por los comentarios de parientes, amigos y compañeros de trabajo que la han visto.
Asique ya saben, si gustan de las comedias esta es una de esas películas que uno termina siempre viendo en la tele esos fines de semana en que la programación no destaca.