Mirta Regina Satz, mujer multifacética e inquieta, artista plástica pero además compositora, cantante y bailarina de tango, encontró en el arte el refugio que le permitió transitar los años de dolor y desconcierto. Tras sobrevivir al tremendo atentado, continuó trabajando en la AMIA durante un año para después concentrar sus energías en el trabajo de arte comunitario que desarrolla en la antigua casona de la calle Inclán 3090, en el barrio de Parque Patricios. Mirta abrió las puertas de ese espacio a la comunidad y lo transformó en una usina de creatividad donde personas de todas las edades aprenden a compartir y a expresarse. En ese contexto, ella concibió la idea de realizar un mural colectivo y homenajear a ese símbolo porteño que es Carlos Gardel, a partir del trabajo con pequeños trozos de azulejo que forman las cien caras del eterno cantor de tangos. El mural llamado “La sonrisa de Gardel” fue distinguido como Sitio de Interés Cultural por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires.