En Ikigai, la sonrisa de Gardel, su segundo largometraje, el director Ricky Piterbarg (Venimos de muy lejos) presenta un documental que tiene de base la idea del arte como una manera de sanar las heridas.
El 18 de julio de 1994 es una de las tantas fechas históricas y dolorosas para el pueblo argentino: ocurrió el atentado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA). Allí murieron 85 personas y otras cientos resultaron heridas. Mirta Regina Satz es una de las sobrevivientes de aquel episodio. En este documental, el cineasta Ricardo Piterbarg transita el recorrido que realizó esta mujer para sanar aquellas heridas.
Luego de doce meses de ocurrido el atentado, Mirta decidió dejar el puesto que tenía como jefa de Tesorería y volcar su vida hacia otro lugar: la pintura, el tango y la escritura. Luego de unos años, se graduó como profesora superior en Bellas Artes. Con el tiempo también construyó un espacio de arte en su propia casa, en donde se realizan disciplinas como el dibujo, el canto y el mosaiquismo, además de las ya mencionadas pintura y tango.
Ikigai significa volver a la vida. Y no es casualidad. Mirta sobrevivió a aquel atentado y, a través del arte, logró curar sus heridas. El dolor por el atentado y el amor al arte decantaron en la obra cúlmine de Santz: La sonrisa de Gardel, un mural colectivo ubicado en Parque Patricios. En este punto es donde más hace hincapié Ricardo Piterbarg. La historia de Mirta -y la forma en que la narra el director- tiene una clara alegoría: la destrucción (atentado) como principio para la construcción (mural).
El documental no sólo cuenta la historia de Mirta, sino que también ahonda en otros sobrevivientes del atentado. Si bien esto hace que Ikigai, la sonrisa de Gardel sea más dinámico, también ocasiona que, por momentos, se pierda el eje central. La decisión de Piterbarg de añadir estos testimonios, y acompañarlos por un potente tango, parece estar más direccionada a generar una emoción en el espectador que en aportar algo más a la historia.
El documental muestra el drama que significó el atentado a la AMIA para Mirta Regina Satz y para todos los argentinos. Aun así el eje central va hacia otro lado. Tal como dice el título -Ikigai (tanto en su significado de origen japonés, como en relación a esta historia)-, consiste en la vuelta a la vida.