B de Mussolini
Se pelean, se insultan pero se quieren. Cinco son los protagonistas de Il nome del figlio (2015), adaptación de El nombre (Le Prénom, 2012), de los franceses Alexandre de La Patellière y Matthieu Delaporte, esta vez a cargo de la italiana Francesca Archibugi.
La historia se desarrolla durante una sola noche en un lujozo departamento con terraza de la capital transalpina. A la cena que organiza la pareja que forman Betta (Valeria Golino) y el profesor universitario adicto a Twitter Sandro (Luigi Lo Cascio) se suman el hermano de Betta, Paolo (Alessandro Gassman), con la joven, bella y popular Simona (Micaela Ramazzotti) y un amigo de la infancia llamado Claudio (Rocco Papaleo). Paolo, un trabajador de inmobiliaria, que no tiene pruritos en decir que vota a la centro-derecha, suelta una broma desafiante para la corrección política imperante en el departamento, elegante y lleno de libros: el niño que espera de su mujer se llamará Benito, como Mussolini (en el original francés era Adolf). El chiste pronto derivará en un litigio que resucitará viejos rencores y secretos que saldrán a la luz.
Francesca Archibugi encuentra con Il nome del figlio una buena ocasión para hablar de los italianos, del país y de una “grieta” ideológica que lo tiene dividido desde hace veinte años. Contrastes que relatan de la mejor manera posible un sentimiento difuso. Todos actúan de una forma diferente y lo hacen por razones más que justificadas, aunque al único que los autores salvan, con un poco de complacencia retórica, es al personaje de la joven embarazada. Los demás se hunden en el fango.
Con diálogos atractivos, bromas a mansalva y refinados planos secuencia que dejan espacio a los actores, Il nome del figlio es un intento sincero pero imposible de reflotar la devastadora dimensión cáustica de la comedia italiana de una época pasada, que en esta ocasión se queda a mitad de camino entre Un Dios Salvaje (Carnage, 2011), de Roman Polanski, y La terraza (La Terrasse, 1980), de Ettore Scola.