Amigos son los amigos
Il nome del figlio es la versión cinematográfica italiana de Le prénom, una obra de teatro de los autores franceses Matthieu Delaporte y Alexandre de La Patellière, que además de haberse representado en Francia y en Buenos Aires, fue llevada al cine por primera vez por los mismos autores en su país de origen (“El nombre”, 2012).
Apenas tres años después, la directora Francesca Archibugi presenta una remake, cuyo guión comparte con Francesco Piccolo.
El tema central de la obra gira en torno a los valores simbólicos sobre los que se estructuran las relaciones parentales y las amistades, y que tienen que ver con la educación recibida, el contexto socio-político-cultural y otros aspectos arquetípicos de la conducta humana, cuya interpretación y análisis fue la materia que alimentó a las teorías psicoanalíticas que impregnaron todo el siglo XX.
La obra transcurre en una noche, en la casa de un matrimonio cuarentón, que organiza una cena con amigos que se conocen desde la adolescencia.
En ese encuentro, de características rituales, ya que es evidente que lo hacen habitualmente, los amigos comparten un momento de camaradería en el que la comida y la bebida ocupa un lugar importante, pero la motivación principal es el mantener los lazos de amistad, la cohesión del grupo y la sensación de familia.
Pero esta cita de amigos será un tanto diferente a las otras, ya que Paolo, el hermano de Betta (la dueña de casa), un exitoso agente inmobiliario, se ha casado recientemente con una mujer más joven y bonita (Simona), pero de un origen social más humilde, y están esperando un hijo. Paolo, muy afecto a las bromas pesadas, incomoda a todos cuando dice que el nombre que le pondrán al bebé será “Benito”.
Su asociación inmediata con Mussolini crispa a los comensales, fundamentalmente a Sandro, el esposo de Betta, un escritor de marcada tendencia izquierdista.
En el grupo hay otro integrante, Claudio, que es un solitario, artista y sensible, quien muchas veces hace de conciliador y cumple el rol del que aplaca los ánimos cuando las discusiones suben mucho de tono.
La versión de Archibugi es bastante fiel al original francés, aunque le agrega algunos matices propios del espíritu extravertido y ruidoso de los italianos, más otros ingredientes como la invasión de la tecnología (celulares, drones y juguetes electrónicos) en casi todos los órdenes de la vida, al punto de ser un intruso molesto en la intimidad hogareña.
Pero Archibugi va un poco más allá y le da al guión algunas vueltas de tuerca, con sorpresas y secretos que de golpe salen a la luz y que le otorgan un mayor protagonismo a los personajes de Simona y Claudio, y también a los pequeños hijos de Betta y Sandro.
La amistad, el amor, el sexo, la familia, la infidelidad, el trabajo, la realización personal, el éxito, el fracaso, el paso del tiempo, la política y las ideologías, son algunos de los tópicos que toca la obra, en un mundo en constante transformación.
El elenco responde con solvencia a los desafíos de la propuesta, destacándose las figuras de Valeria Golino, actriz de probada experiencia, como la diligente y laboriosa Betta, y Alessandro Gassman, en el papel de su explosivo e irreverente hermano.