“Le prenom” con el plus de la carnalidad italiana
Llega hasta nosotros una versión muy italiana de la exitosa comedia teatral francesa "Le prenom", de Alexandre de La Patelliere y Matthieu Delaporte. Ya conocemos la versión cinematográfica que ellos mismos hicieron, en todo fieles a sí mismos. Y sigue firme en calle Corrientes la versión teatral argentina, dirigida por Arturo Puig sobre adaptación de Fernando Masllorens y Federico González del Pino. ¿Qué puede aportarnos, entonces, la versión italiana? Pues, precisamente, la italianidad. Y otras cositas.
Vale decir, en primer término, un lote de artistas que saben mostrar la sangre en las venas. Todo se hace más vital, más gozoso y más nervioso, según se van sucediendo los distintos avatares de la historia donde amigos y parientes casi llegan a las manos discutiendo el nombre de un futuro bebé, que en este caso se llamará, provocativamente, Benito (por una novela de Herman Melville, se excusa el padre; a fin de cuentas su sobrino se llama Pin por la primera novela de Italo Calvino).
Acá los artistas son Alessandro Gassman, canchero, sobrador, ostentoso pero simpático, Luigi Lo Cascio, su alter ego políticamente correcto e íntimamente amargado, Valeria Golino, dulce y resignada (eso ya lo veremos) ama de casa, Micaela Ramazzotti, la hermosa despreciada y envidiada por partes iguales, y Roco Papaleo, el amigo medio raro que oculta un as bajo la manga. Todos brillantes.
Hallazgos
Luego, la adaptación. Muchas frases y situaciones se mantienen igual, pero la dirección es más dinámica, hay más lugares para recorrer durante los diálogos, unos flashbacks que remiten a la infancia del grupo explicando razones y resentimientos, y, buen hallazgo, ahora los niños de la casa manejan un drone que revolotea por todas partes y permite descubrir la otra cara de los mayores, esa que cada uno esconde o intenta disimular. Otro hallazgo todavía mejor: el uso de una vieja canción de Lucio Dalla con resultados que sensibilizan a cualquiera, una canción que habla de quienes llegaron "a las puertas del universo, cada uno por sus medios y en modo diverso". Y pesan más las cuestiones actuales, los conflictos personales, la oculta insatisfacción del satisfecho. Así la incisiva comedia francesa se ha convertido en una comedia a la italiana, capaz de causar un poco de dolor en medio de la risa.
Directora y coadaptadora, la ya veterana Francesca Archibugi, aquella de "Mignon vino a quedarse", "Querer es un sentimiento", "Questione di cuore" y otras películas como ésas, siempre atentas a las cuestiones de la familia, las aflicciones íntimas y los compromisos afectivos. Coguionista, Francesco Piccolo, el de "La prima cosa bella" y "El capital humano". A propósito, la madre hermosa de "La prima cosa bella" es la antedicha Micaela Ramazzotti, que acá actúa embarazada de veras. Y el parto que vemos es el suyo propio, filmado por la directora. Privilegios del cine sobre el teatro.