Inspirada en la exitosa y multipremiada pieza “Le Prenom” (que puede verse inclusive en salas porteñas), y que a su vez ya tuvo su versión cinematográfica en su país de origen, Francia, “Il nome del Figlio” (Italia, 2015) de Francesca Archibugi, es un filme que reflexiona sobre los vínculos entre amigos y las relaciones con una lograda solidez y la posibilidad de escaparse de la generación de copia rápidamente.
Acá la directora resuelve, a partir de la famosa reunión de amigos, en la que se irán debatiendo temas relacionados a sus recuerdos, anhelos y expectativas, a partir del debate sobre el nombre del hijo que está por venir de una de las parejas, trabajar con cuestiones que profundizan la problemática de la Italia actual.
Si Italia está plagada de multiculturalismo, con una brecha entre ricos y pobres expandida considerablemente, Archibugi reposa allí su mirada para hablar de una realidad diferente y que ameritaba una puesta al día distinta.
Si bien la mayoría de los protagonistas de “Il nome del Figlio” pertenecen a una clase acomodada, la pareja huésped de la reunión, Betta e Sandro (Valeria Golino y Luigi Lo Cascio) atraviesa un momento económico complicado y oculta éste al resto de los comensales, por pudor, por miedo, por ignorancia.
Cuando los invitados a la reunión comienzan a llegar, cada uno impregnará de su impronta la velada, y aquello que se proponía como una entretenida y relajada cena amistosa, terminará de complicarse al aparecer algunos trapos sucios en la mesa que inevitablemente los harán enfrentar
Así, si el matrimonio dueño de casa trata de ocultar a toda costa su desaprensión, incomunicación y poca feliz situación sentimental y sexual, Paolo y Simona (Alessandro Gassman, Micaela Ramazzotti) verán trastabillar aún más su inestable relación, repleta de celos y planteos, a pesar de la llegada de un hijo, y Claudio (Rocco Papaleo), el soltero del grupo, cargará con un secreto que explotará en la reunión en el momento menos inesperado.
Archibugi presenta de manera detallada, minuciosa, a cada uno de los personajes del filme, y aprovecha el escenario en el que los ubica, una vieja casa amplia, ubicada en el límite de la civilización, que le posibilita hablar de la transformación que Italia ha atravesado en el último tiempo en materia de migraciones.
Ese espacio en el que el relato se sucederá, también es el ideal para que la concentración de la tensión entre los personajes crezca, como si estuvieran en la última cena antes del apocalipsis y lo único que pueden hacer es decirse a la cara aquello que nunca quisieron contarse.
A diferencia de la pieza teatral, la incorporación del flashback como construcción del pasado de los personajes, y la incorporación de situaciones ajenas al presente también potencian la propuesta, que supera la anécdota del “Le Prenom” original y que tiene un cierre antológico con la llegada del hijo que disparó toda la historia.