Ilse Fuskova

Crítica de Pablo Suárez - Sublime Obsesión

“No hacía mucho que había salido del armario, a mediados de los años 90, cuando un día vinieron a dar una charla en un espacio de lesbianas, Ilse Fuskova y Claudina Marek. Quedé impactada, supe que habían escrito un libro: Amor de mujeres, el lesbianismo en Argentina, hoy. Corrí a buscarlo a la biblioteca del centro cultural y me lo leí en una noche. Ese texto le dio raigambre y luz a mi reciente y culposo lesbianismo”, señala Liliana Furió acerca de su luminoso documental Ilse Fuskova, realizado en co-dirección con Lucas Santa Ana y actualmente disponible en Cine. Ar. Estrenos.

Ilse Fuskova es un retrato puntilloso sobre la vida y obra de una de las activistas históricas del feminismo y del lesbianismo en Argentina, al haber transitado un camino esencial para las nuevas luchas por los derechos civiles en el siglo XXI. Primero fue azafata, luego periodista hasta que se declaró feminista en 1978 – en plena dictadura militar – y ocho años después, al regresar del Encuentro Latinoamericano de Mujeres de Bertioga, se reconoció públicamente como lesbiana. Hoy Ilse tiene 92 años y este documental realizado por Furió y Santa Ana da cuenta tanto de su esfera privada como de la pública.

Creó, junto a Adriana Carrasco, los Cuadernos de existencia lesbiana, una publicación indispensable para difundir sus ideas, y pronto se convirtió en una figura clave al hacerse presente en los medios de comunicación en los 90. Así, abrió un debate público que la sociedad argentina necesitaba.

Los realizadores de Ilse Fuskova, Liliana Furió y Lucas Santa Ana, son dos figuras reconocidas por sus amplios conocimientos de la historia de la luchas por los derechos de la comunidad LGBTQI, con documentales como Tango Queeridoy El puto inolvidable, la historia de Carlos Jáuregui. Por eso, si de los contenidos de este nuevo documental se trata, entonces las expectativas han sido más que superadas.

La información es mucha y relevante y, sobre todo, está muy bien organizada. Lo que podría haber resultado confuso tiene, en cambio, una claridad meridiana. No importa si el espectador conocía a Ilse o no antes de ver el documental porque de una u otra manera, siempre va a saber más. Va a ampliar su conciencia política, va a recorrer no solo la historia de Ilse, sino también la historia política de una sociedad entera. Todo es político y eso queda ampliamente demostrado en cada escena, aunque se trate de una anécdota aparentemente trivial. Incluso el material de archivo, que en muchos documentales es apenas material de relleno, aquí se despliega en el escenario.

Lo que no funciona del todo bien, como también era el caso con El puto inolvidable, es la forma fílmica. O, mejor dicho, es tan convencional y poco creativa que, por momentos, hace que el interés en lo narrado decaiga. La riqueza del lenguaje cinematográfico no es explorada expresivamente y tampoco sobresale como un documental tradicional que hace de la fotografía y el montaje, por ejemplo, elementos narrativos en vez de simplemente funcionales. Dicho de otro modo, es lo formal lo que es plano. Es muy común ver este tipo de desaciertos en documentales que parecen dar por sentado que si el contenido es muy valioso – y sí, claro que en este caso lo es – entonces la forma fílmica no es tan importante. De ahí entonces que sean tan desparejos.

Aunque también es cierto que Ilse tiene una presencia en escena tan imponente dentro de su simpleza, un discurso tan inteligente y bien articulado, y tantos saberes para compartir que ella sola puede llevar el documental adelante. Uno sigue viendo porque está Ilse.

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