Homenaje sin vuelo
La familia Moura abrió las puertas de su hogar (y archivo) para un merecido documental que honra la memoria de Federico Moura, motor de Virus, el icónico -y adelantado- combo musical de los ‘80.
El realizador mendocino mezcló ficción (con Paloma, una fan desde los orígenes del grupo) junto a los testimonios, filmaciones y fotos de la carrera del grupo platense. Esa cruza interrumpe el vértigo documental, lo embrolla y hace perder cierta coherencia temporal.
La cuidada obra de Federico, todo su glamour y dominio artístico en varios campos, choca con las desacertadas locaciones para presentar al resto del grupo: Julio, entre sombras, tocando el piano, el tecladista Marcelo Moura en un viaje en auto (y ruido ambiente en el jardín familiar) y hasta Mario Serra, de pantalones camuflados, gesticulando a cámara y tocando exageradamente la batería.
Lo más jugoso llega con la palabra de Ricardo Serra, primer violero del combo platense, que cuenta sus desavenencias cuando el grupo se hizo más electrónico y menos rockero. Y cómo el artista plástico Eduardo Costa, íntimo de Fede, lo ayudó durante su enfermedad.
Aunque Imágenes paganas tenga un amplio registro de voces y un valor de archivo sin igual, su presentación estética y guión podría haber sido más prolija. A la altura del gran Federico Moura.