Qué tren, qué tren
Es este un film ideal para adjetivadores deseosos por aparecer en el aviso del diario con palabras como "electrizante", "adrenalínico", "vertiginoso" y otras por el estilo. Tony Scott filma a golpe de cámara y puro efecto de sonido para estremecer al espectador, provocarle sensaciones desde el montaje y no tanto desde las actuaciones, porque los actores en esta película cumplen con lo justo.
En el inicio se cumple en avisar que la trama está basada en un hecho real. Todo comienza cuando un operario irresponsable pone en marcha un tren de gran porte que lleva una carga tóxica y explosiva. Por el mal accionar del sujeto el tren viaja por la vías a toda velocidad sin conductor, poniendo en peligro a una vasta zona de Pensilvania. En sentido contrario viene un tren conducido por un operario a punto de jubilarse (Denzel Washington) y uno que recién comienza (Chris Pine).
El conflicto es obvio y sólo resta esperar a ver cómo detendrán a semejante mole motorizada. Con buen ritmo, el relato da lugar a cierto suspenso y no mucho más. Washington cumple como quien hace un trámite y Pine está a la altura de las circunstancias. Ambos parecen tener claro que el protagonismo lo tiene el gigantesco tren y el montaje que le permite lucirse, pero mientras les paguen...