Se revelan detalles del argumento.
Alfred Hitchcock tenía una obsesión; le encantaba filmar trenes. En realidad más que mostrar a los trenes le interesaba cómo se relacionaban las personas dentro de esos trenes. En La Dama Desaparece el ferrocarril servía como contexto para desatar la paranoia en una mujer tras la desaparición de su compañera de viaje con el tren en movimiento. Cary Grant descubría (y se enamoraba) a Eva Marie Saint en un tren en Intriga Internacional y un par de desconocidos se asocian para cometer crímenes cruzados para no ser descubiertos en Extraños en un Tren. Ya sabemos que el viejo maestro con muy poco hacía una película, el solía decir que solo necesitaba un auto y un policía para hacer un film. En estos casos mencionados, los recursos se concentran solamente en la relación de los personajes dentro de los trenes. Y algo de esa simplicidad hay en Imparable de Tony Scott, dos hombres que deben detener un tren de 800 metros de largo para evitar una tragedia en una zona urbana.
Pero como en todo buen cine, Tony Scott (el Scott bueno, el cinéfilo, el que no es solemne, el que no quiere gritar a cuatro vientos “cosas importantes”) logra en Imparable diferentes capas narrativas que la convierten en una película que va más allá de un simple thriller de acción y suspenso. La película juega con la relación entre sus dos personajes principales (Denzel Washington y Chris Pine formidables) secundados por el excelente papel secundario de Rosario Dawson -Connie-, y trata temas como lo nuevo que remplaza a lo viejo por las consecuencias de la decadencia del sistema laboral americano, el desempleo y la problemática económica general que atraviesa Estados Unidos, donde Scott muestra a la empresa dueña del tren como la gran villana de la película representada por Kevin Dunn como un caricaturesco gerente despiadado. Pese al contexto laboral adverso, Scott muestra a sus personajes con un enorme amor hacia su profesión, Frank (Denzel Washington) tras 28 años de servicio y un pre-aviso de despido a cuesta, arriesga su vida para cumplir su deber de salvar al tren y evitar la tragedia, casi recordando a los personajes de Kathryn Bigelow que llevan las cosas hasta las ultimas consecuencias para cumplir su trabajo. El héroe de clase trabajadora retratado en una película desbordada, con un frenesí cinematográfico sin pausas donde Scott utiliza su estética estilizada para mostrar la persecución a un tren sin conductor, desbocado, filmado con un batallón de recursos, travellings varios, planos aéreos y la representación de la visión de los medios de comunicación (de la cadena Fox, productora de la película) con el seguimiento frenético de los noticieros ante la posible tragedia urbana.
Luego del desenlace hay una escena donde se ve a Will (Chris Pine) victorioso por haber dominado la maquina, herido, bajando de la locomotora y es el momento que Scott, en un leve plano contrapicado nos muestra con la cámara a la altura de Will a Frank en profundidad de campo parado encima de un vagón, triunfador luego de la hazaña. Es el momento que el director declara vencedores a estos dos working class heroes, dos White trash le dan una patada al sistema, ese sistema quelos utiliza y luego los descarta (sistema del que Scott se mofa en los créditos). Películas como Imparable nos llenan de felicidad cinematográfica y transmiten una sensación de adrenalina, impactante e implacable que deberían repetirse mas seguido en la cartelera.