Imperio de luz ofrece un melodrama romántico desarrollado por Sam Mendes en modo pescador de nominaciones al Oscar. Un típico exponente del cine que suele llegar a la cartelera en la primera parte del año. La película no despertó pasión de multitudes en la temporada de premios y sólo se reconoció la labor de Roger Deakins en la fotografía que es el campo donde más sobresale esta propuesta. De hecho, lo único que queda en el recuerdo tras su visionado son las ambientaciones que consigue Deakins con su trabajo en las secuencias donde se retratan las viejas salas de cine de los años ´80. El resto del contenido te deja en la más absoluta indiferencia. Queda la sensación que Mendes tenía escrito tres guiones independientes sin ninguna relación entre sí y luego optó por fusionarlos en un mismo proyecto. El problema es que ante la falta de una cohesión sólida que una todas estas ideas el resultado final es una obra dispersa donde no termina de quedar en claro cuál era el foco principal de su narración. Imperio de luz en un principio se presenta como un drama sobre la soledad y los problemas de salud mental, luego muta a una historia de amor interracial, después añade un conflicto social relacionado con el racismo en el Reino Unido (con skinheads incluidos) y como a Mendes la sobraba un guión también elabora un tributo nostálgico “a la magia del cine” y los viejos proyectores de 35 milímetros. Este último segmento incluye un par de escenas con Toby Jones a lo Cinema Paradiso que parecen pertenecer a otra producción. Más allá del argumento caótico, el mayor pecado del film es el aburrimiento que transmite durante casi dos horas, algo que no suele ser frecuente en los trabajos de este director. Al margen de la ausencia de química en la pareja que conforman Olivia Colman y Michael Ward, un tema que no es menor en una propuesta romántica, la frialdad con la que Mendes aborda la narración impide una conexión con el cuento sentimentalista que pretende desarrollar. En consecuencia, el espectáculo deja sabor a poco para tratarse de la obra de un cineasta que suele despertar más interés con sus proyectos.