Pesadilla en lo profundo de la butaca
Dos interrogantes cruzarán nuestra mente al ver una tras otra las escenas de In-Actividad Paranormal (A Haunted House 2, 2013): "¿Por qué" y "¿Para qué?"... Difícilmente haya alguna otra manera de expresar la última incursión de Marlon Wayans (Una película de miedo -Scary Movie, 2000- entre otras) quien tropieza dos veces con la misma piedra escribiendo y protagonizando nuevamente la secuela de ¿Y dónde está el fantasma? (A Haunted House), a la cual para mal de males nuestros creativos nacionales -o tal vez regionales- tradujeron In-Actividad Paranormal borrando toda conexión con la anterio entrega, negándole su calidad de secuela. ¿Habrá sido accidental o adrede para que pase de forma más disimulada? Misterio.
Respetando el estilo tradicional de este subgénero que parodia otras películas comerciales (Acción, Musicales, Comedia), In-Actividad Paranormal nos presenta un monstruo híbrido-paródico que se alimenta primordialmente de otros éxitos recientes del género de terror como ser Actividad Paranormal (Paranormal Activity, 2007), Sinister (Sinister, 2012) y El conjuro (The Conjuring, 2013). El sentido de "monstruosidad" al que nos referimos queda libre de ser interpretado por cada uno de los lectores.
El recurso "cámara en mano" y "varias cámaras filmando todo, todo el tiempo" -a través del cual se dearrolla la historia- es tan o más forzado de lo que ya lo es en aquellas películas a las cuales intenta parodiar; algo así como intentar desarrollar el concepto Panóptico Foucaultiano después de una lobotomía frontal. Lo positivo aquí es que podemos otorgarle el beneficio de la duda al director Michael Tiddes: no sabemos si el recurso es mal utilizado a propósito para exagerar lo paródico, o si realmente resultó de esta forma a pesar de todas sus buenas intenciones.
Un extenso muestrario de chistes racistas, misóginos y extremadamente escatológicos podrán hacer las delicias de todo espectador bien predispuesto a ver una película liviana que le permita consumir 86 minutos de su vida sin ton ni son, pero les puedo asegurar que hasta el más despreocupado de la audiencia mirará con ojos sospechosos cuando la película nos exponga al cuarto chiste consecutivo sobre flatulencias o sexo con muñecos poseídos.
La ausencia sin aviso de una estructura narrativa minimamente coherente, que solo se limita a presentarnos gags y líneas de acción inconexas entre sí -moneda cada vez más corriente en este subgénero paródico de Wayans- pareciera por momentos intentar reflejar cierta analogía respecto del miedo contemporéano de los jóvenes-adultos al compromiso y la vida en pareja. Pero cualquier intento de lectura a más de un nivel es anulado por un Wayans cuyo único recurso cómico parece ser gritar y gesticular neuróticamente a la cámara.
El guión se las ingenia para mencionar entre diálogo y diálogo a celebridades y estrellas bizarras contemporáneas de la industria del entretenimiento yanqui, como ser Hooney Boo Boo (protagonista de un reality sobre concursos de belleza para infantes), Chris Brown (pareja de la cantante Rihanna) y el reality Acumuladores (Hoarders). Nombres que seguramente no muevan un pelo a nadie que no viva en suelo norteamericano o consuma particularmente ese tipo de productos, los cuales difícilmente sigan siendo relevantes en los próximos cinco años. Algo dificil de entender, siendo que la mayoría de las producciones de Hollywood recuperan la mayor parte de su inversión gracias a la taquilla de otros países donde estos nombres dificilmente sean reconocibles.
No somos TAN ilusos, no vamos a engañarnos a nosotros mismos pensando que estamos yendo a ver El ciudadano (Citizen Kane, 1941) cuando se trata lisa y llanamente de In-Actividad Paranormal -con todo lo que eso implica- pero todo aquel que guarde esperanzas de ver algo mínimamente cómico debería ser oportunamente advertido: puede llegar a ser testigo de algo más terrorófico que todas aquellas producciones a las cuales se intenta hacer burla, y por los peores motivos imaginables.