La maldición de las parodias sin fin
Las parodias tienen una vida útil limitada. Se necesita mucho talento para que una parodia consiga tener la trascendencia del material elegido para parodiar o incluso superarlo. In-actividad paranormal es la secuela de ¿Y dónde está el fantasma? (A Haunted House), pero las absurdas traducciones para el estreno local parecen querer disimular la conexión entre ambas películas.
Las parodias tienen una vida útil limitada. Se necesita mucho talento para que una parodia consiga tener la trascendencia del material elegido para parodiar o incluso superarlo. In-actividad paranormal es la secuela de ¿Y dónde está el fantasma? (A Haunted House), pero las absurdas traducciones para el estreno local parecen querer disimular la conexión entre ambas películas.
Sin embargo, la conexión es clarísima: son las dos espantosas. Una vez más, el material de base es la película Actividad paranormal, que ya bastante agotada está como fórmula en sí misma.
El protagonista de la película, Malcolm (Marlon Wayans), se va a vivir con su nueva novia (Jaime Pressly) y sus dos hijos. Pronto descubrirá que algo raro hay en la nueva casa y, al uso de los films que parodia, descubrirá poco a poco qué es lo que pasa.
A la parodia a Actividad paranormal se le suman elementos de otros dos films de terror exitosos como Sinister y El conjuro. La explotación de éxitos como elemento de parodia urgente y atolondrada ya hace rato que se ha convertido en un cine que no debería ni asomarse por las salas de cine comercial. Pero al parecer espectadores que no se quieren mucho a sí mismos aceptan que les vendan estos sub-productos lamentables.
Los mejores chistes del film aparecen al comienzo, cuando todavía hay energía para tolerar los malos. En menos de media hora, la película está agotada y lo que sigue es simplemente cumplir con la duración estándar para la explotación comercial.
Las parodias buenas vale la penas verlas en cine, las mediocres suelen ser aceptables en cable, las tan malas como esta es mejor no verlas jamás. La única maldición que refleja bien al género de terror es que las sigan haciendo. Ojalá esta sea la última.