Los caminos de la vida
Lo que se presenta, a priori, como el hecho más increible es que "Incendies" con su trama episódica y de una construcción compleja, de ese mecanismo de relojería necesario para mantener un buen suspenso en la trama, es la adaptación al cine de una obra de teatro.
Nada más lejos de lo que uno conoce como teatro adaptado al cine que, generalmente, tiene como lugar común el encierro en un sólo ambiente -que apenas se airea con una pequeña excusa del guión- y la abundancia de diálogos con una especial retórica y que generlamente explican -casi subrayademente- diversos hechos de los personajes.
Por suerte, y asombrosamente, nada de eso aparece en "Incendies", la obra de Denis Villeneuve que ha sido nominada al Oscar como Mejor Película extranjera y exitosamente presentada en diversos festivales internacionales. Esta coproducción franco-canadiense hace foco en las esquirlas personales que ha dejado la guerra, en particular, la desarrollada en Medio Oriente presentando el fuerte conflicto religioso entre cristianos y musulmanes.
La estructura en episodios y el relato fragmentado que va y vuelve en el tiempo y nos retrotrae al pasado mientras salta repentinamente al presente hace que la propuesta se torne aún más interesante con esta estructura de relato. En el centro de la historia está la muerte de Nawal Marwan (una impresionante composición de Lubna Azabal), una mujer con una particular historia y un derrotero personal completamente desconocido, que se irá construyendo como un extraño e inquietante rompecabezas a lo largo de la película, tanto por su propia voz, su propia mirada, como por las piezas, las miradas y los registros que van aportando los distintos personajes.
Un escribano para el cual ella trabajó por muchísimos años (Rémy Girard, el padre de "Las Invasiones Bárbaras") será el encargado de comunicarles el testamento de su madre a los hermanos Jeanne y Simon Marwan (Mélissa Désormeaux-Poulin y Maxim Gaudette). Ambos tendrán una misión que parece simple: entregar dos sobres.
Esos sobres serán el disparador de revelaciones inesperadas. Uno de esos sobres está destinado a su padre quien ellos pensaban que ya había muerto. El otro, aún más sorprendente, es para un hermano, cuya existencia, ambos desconocían por completo.
Y cuando se inicie esta recomposición de la historia personal, cada uno de los giros de este gran espiral, aportará un dato sorpresivo, un enigma que se devela ante sus ojos, redefiniendo por completo no sólo la historia de su madre -que se descubre como una perfecta desconocida para ellos- sino asimismo, la reconstrucción de sus historias personales.
Interesante en la construcción del guión y en la puesta de Villeneuve, la historia no solamente mantiene el suspenso y relata un drama de tinte familiar sino que aprovecha para tratar algunos conflictos relativos a la historia reciente.
"Incendies" pasa del camino del descubrimiento de la identidad, a la brutalidad de la guerra, atravesando el exilio, el compromiso de militar en ciertos movimientos, el peligro latente a cada paso, la pluralidad de las culturas y los enfoques y las heridas aún no curadas en la historia.
Pero allí donde levanta vuelo, la trama gira una vez más para otra vuelta de tuerca, sobre el final, el tono de melodrama se tiñe de culebrón y esa última pieza del rompecabezas se vuelve como demasiado burda e innecesaria.
Muy a pesar de eso, y en este punto, ya Villeneuve nos ha predispuesto al juego de armar este hipnótico rompecabezas, ocultando y mostrando información en el momento preciso, calando hondamente en cada uno de los personajes en busca de su propio destino, de cara al dolor frente a la verdad revelada.
Allí donde el odio, la guerra y la brutalidad ponen en juego lo peor de cada ser humano, Denis Villeneuve sabe enhebrar imágenes de una belleza contundente o de virar enérgicamente para mostrarnos la realidad cruda y sin vueltas, como saben hacer los buenos directores: transportarnos por más de dos horas a vibrar con un relato fuerte y comprometido.