Búsqueda frenética
Dos gemelos deben hallar a un hermano y a un padre que creían muerto en un relato atrapante.
Un filme que se base en una obra teatral y que a los monólogos les haya encontrado la punta desde la que crear situaciones en imágenes propias, no poéticas, ya es un acierto.
Y que en la trama casi detectivesca en que quedó convertida Incendies se incluyan temas como la búsqueda de la identidad, el terrorismo, una guerra civil, la violación sistemática y el genocidio es un gran hallazgo de Denis Villeneuve, un hombre para tener en cuenta en el cine canadiense.
Comienza mostrando a los gemelos Jeanne y Simon incrédulos ante el testamento que dejó su madre Nawal Marwan, y en veredas bien distintas ante lo que vendrá. A ella le dan un sobre cerrado, que deberá entregar a su padre (a quien creían muerto), y a Simon, uno a su hermano, del que no tenían noción de que existiera. Jeanne es la que emprende el vaje a Medio Oriente -no se aclara, pero se trataría de El Líbano, aunque en una vetana se lee Palestina...-.
La película se estructura entre ese viaje de Jeanne (y el posterior de Simon, al descubrir su hermana un hecho terrible en la vida de su madre) y varios flashbacks contando distintos momentos en la vida de Nawal. Lo que obliga y permite ver a Lubna Azabal componer al mismo personaje, pero no sólo en distintas edades sino también en diferentes etapas de su vida. Podrá ser una enamorada, una activista, una presa que es violada, una madre en silencio. Azabal es el corazón de la historia, y las revelaciones cercanas al final del metraje -que pese a ser de 130 minutos jamás se resiente- hacen repensar una y otra vez las escenas y las circunstancias en las que la protagonista debe (sobre)vivir penurias y dolores.
Villeneuve consigue con Azabal impresionar al espectador, trasladarlo en el tiempo y hacerlo sentir tanto el horror como la necesidad de reparación, de justicia, como de hallar las propias raíces. Si bien Incendies no es un filme estrictamente “de actuación”, son ellas las que llevan la historia a buen puerto.
Aclamada y premiada en distintos festivales, Incendies puede seducir tanto al público masivo ocmo a aquél más cinéfilo. Abre debates, hace reflexionar, genera suficiente intriga, sabe dosificarla: es una película que se sigue con constante interés, que parece dialogar con el espectador, algo que no es muy frecuente en las carteleras de estos días, de material más del tipo consuma y olvide.