Incomprendida

Crítica de Laura García Lombardi - Proyector Fantasma

Comprendiendo la soledad
Son los años ochenta. Una niña de nueve años llamada Aria (cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia), cuyos padres son artistas de distintas ramas y están separados, deambula entre ambas casas, buscando cariño y atención. En la escuela sus únicos triunfos son académicos. El padre, con un perfil simil-Johnny-Depp, es un actor que busca prestigio en el cine de autor; la madre, con una muy buena interpretación de (Charlotte Gainsbourg), es una concertista que sólo quiere estudiar piano en paz y tiene variados amantes, uno más desconcertante que el otro. Completan la familia las hijas que cada uno tuvo con otras parejas, que parecieran conectar con sus padres mucho mejor que Aria; la acompañan también en su vida su mejor amiga Angelica y su gato negro, Dac.

Incomprendida podría leerse dentro de la “comedia triste” (no tanto una comedia dramática que siempre quiere ser más realista): un tratamiento cómico, casi grotesco, de temas no-tan-cómicos, y con un dejo de amargura detrás de las risas que puedan generar ciertas situaciones. Esto incluye la exageración de algunos rasgos y características de los personajes, que potencian el absurdo y el ridículo, pero que tiene que ver con la forma en que Aria percibe al mundo.

El punto de vista del personaje también está aprovechado en ciertas situaciones de malentendidos construidos a partir de estas diferencias: Aria hace algo que perjudica a la madre pero sin conciencia de las consecuencias, la madre se enoja, y aunque nosotros entendamos por qué, también sabemos por qué Aria no.

Todas las escenas de juego o exploración de Aria ya sea con Angélica o con sus compañeros del colegio son excelentes (sobre todo la del juego con las Barbies y la fiesta con los globos) y dan cuenta de una gran comprensión o quizás de un recuerdo muy claro de esta etapa de la vida. Para esto es clave la interpretación de Giulia Salerno, la cual se destaca incluso sobre Charlotte Gainsbourg que también hace un buen trabajo al interpretar a una madre casi-bipolar.

Sobre el final, la película empieza a repetirse un poco y el rumbo y ritmo que se había marcado al inicio se va desdibujando, lo cual puede dar una leve sensación de agotamiento de ciertos recursos. Sin embargo, dado que Aria es la que va perdiendo cada vez más su camino y teniendo un futuro más incierto con el correr de la acción, pareciera ser que esta es la forma que encuentra el film de dar cuenta de esta evolución en el personaje, por lo que sigue habiendo una cierta organicidad.

Si Aria busca comprensión dentro de la trama; en Incomprendida, Asia Argento logra conectarnos no sólo con esa niña sino con experiencias de nuestra propia infancia, a través de una historia llena de soledad, ternura y humor.

Por Laura García Lombardi