Una historia de película
El filme del filipino Raya Martin rescata la estética de los años ‘30.
A lo largo de la historia del cine, la manera más tradicional de tratar temas históricos es y ha sido el realismo en todas sus variantes. Pero el filipino Raya Martin no es un cineasta tradicional. A los 25 años, lleva ya siete películas realizadas, todas ellas diferentes en forma, estilo y duración (todas se pueden ver, desde cortos a largos de más de cuatro horas, en la Retrospectiva Integral que se da en la Sala Lugones del Teatro San Martín) y no es la clase de realizador que optaría por una solución convencional.
Así nace Independencia , presentada como segunda parte de una trilogía sobre períodos conflictivos de la historia filipina, todos ellos armados en función de un estilo cinematográfico específico. La primera fue Una película corta acerca de Indio Nacional (centrada en la ocupación española) mientras que Independencia tiene como trasfondo la ocupación estadounidense de fines del siglo XIX y toma como referencia estética los filmes del último período silente y de los años ‘30 de Hollywood.
La trama de Independencia es simple, arquetípica. Una madre y su hijo se escapan de la invasión estadounidense y se refugian en medio de la jungla, donde tratan de sobrevivir con muy poco. Allí encontrarán a una mujer, que se convertirá en la esposa del hijo. Tiempo después, la mujer dará a luz un hijo producto de haber sido violada por un soldado estadounidense.
En blanco y negro, y con el formato 4:3 (pantalla casi cuadrada) del cine clásico, Martin usa fondos pintados, una jungla construida en estudios, intérpretes que usan un estilo de actuación exagerado y muchas referencias del “cine exótico” de aquellos tiempos. Y es un placer cinematográfico de principio a fin: un filme hecho con inteligencia y sensibilidad, político y humano a la vez, estilizado pero curiosamente real si se lo mira más allá de la apariencia. Si los mitos son mentiras que se convierten en verdades, este filme es pura verdad cinematográfica.