Indiana Jones y el Dial del Destino es una película que rinde homenaje al icónico personaje del arqueólogo interpretado por Harrison Ford y que nos maravilló desde el comienzo. Aquí no van a encontrar nada novedoso pero es una justa despedida. Es notable y válido que Ford haya retomado el papel, este que junto a la saga de Star Wars lo convirtió en uno de los actores más populares de todos los tiempos. Esta quinta entrega, dirigida por James Mangold, en lugar del esperado Steven Spielberg (te extrañamos), nos transporta a diferentes décadas y lugares como Grecia e Italia. En la primera parte vemos a un Indy mucho más joven gracias a la tecnología, ayudando a su amigo Basil Shaw (Tobey Jones) en un tren lleno de objetos robados a frustrar un plan de los nazis. Su objetivo es la búsqueda del Antikythera, un objeto dividido en dos partes que funciona al juntarse. El Dial fue creado por Arquímedes hace miles de años y este es el objeto que tanto Indy como Helena Shaw (Phoebe Waller- Bridge) hija de Basil y ahijada de Indy como el nazi Juller Voller (Mads Mikkelsen) van a disputarse durante todo el film. Ya en 1969, Indy está cansado, jubilado y separado de Mario (Karen Allen) pero su vida da un vuelco cuando Helena le pide que la ayude en la búsqueda del Antikythera. El Villano Jurgen cree que el Dial va a devolverle la gloria a su partido, con lo cual todos se verán envueltos en peligrosas aventuras, escenas repletas de acción y viajes en el tiempo que nos recuerdan por qué la saga se volvió tan memorable. El guion se centra en el paso del tiempo y que podría suceder cuando el poder cae en manos equivocadas. Las escenas de acción son entretenidas y hay humor (no tanto como otras veces), pero el elenco es excelente, el diseño de producción de cada época, vestuario y la memorable música de John Eilliams son dignas de ser destacadas. En conclusión: la película no es innovadora pero la saga es inolvidable y merecía una despedida emotiva. Lo consigue…