Inevitable

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

Los amores cruzados

Destino, azar, amores inevitables se entrecruzan en este relato que el director español Jorge Algora (El niño de barro, 2007) lleva al cine, inspirándose en la obra teatral de Mario Diament, donde el drama y el suspenso se mezclan a partir de una trama sólida que gira en torno a las consecuencias de la toma de decisiones cuando la rutina resulta aplastante en el caso de algunos personajes o el precio de la incerteza que a veces puede pagarse demasiado caro en el caso de otros.

Por un lado, la descripción de una crisis matrimonial de la pareja conformada por un empleado bancario (Darío Grandinetti) y su esposa psicoanalista (Carolina Peleretti) expone el malestar de sus personajes por la falta de horizonte en sus vidas y la aparente renuncia al cambio arrastrada desde la actitud conformista propiamente burguesa. En paralelo, el errático pero a la vez intenso romance clandestino entre el bancario y una escultora, que vive en el pintoresco barrio de la Boca (Antonella Costa), abre las puertas a la aventura y a los inevitables obstáculos que se presentan en el camino cuando la pasión enceguece a la razón.

Sin embargo, quien maneja a modo de demiurgo invitado las coordenadas de estos amores cruzados es un escritor ciego –el fantasma borgiano dice presente- interpretado por Federico Luppi, quien desde sus charlas con el protagonista en el banco de una plaza sutilmente interviene en su vida y reescribe metafóricamente su propia historia, quizás deformaciones del oficio de escritor o simplemente como un pretexto para que la soledad no se siente junto a él en esa plaza poblada de inevitables destinos, que el propio ciego desconoce y sobre los cuales no tiene acceso.

La estructura narrativa simple y prolija empleada para el desarrollo dramático adopta por un lado la sutileza y el símbolo como hilo conductor de un guión que se destaca por algunas frases ingeniosas en el duelo verbal cotidiano entre Luppi y Grandinetti, cuando no le llega el turno a Carolina Peleretti con una paciente, interpretada con corrección por Mabel Rivera. La actriz Antonella Costa, por su parte, compone un personaje de personalidad avasallante, misterio sensual y cierta fragilidad para conseguir de inmediato la atención del empleado bancario, su billetera y el goce del juego prohibido cuando éste se expone y se obsesiona al punto de disfrazarse (convertirse en otro) y perseguirla hasta las últimas consecuencias.

También se vive desde la propuesta como un juego el coqueteo permanente con los dobleces de las personalidades y el vértigo que implica conectarse con los aspectos más oscuros en las relaciones humanas sin reparar en los daños que pueda causar la necesidad de respirar otro aire cuando la atmósfera parece viciada y asfixiante, en esa letanía permanente que se traduce en la falta de desear un cambio por temor o culpa acumulada.

El título del film elude precisamente el significado literal de la palabra inevitable para abrir, aunque más no sea desde la actitud inconsciente, la chance de transformarse y mutar hacia otras realidades menos perceptibles cuando la necesidad perentoria de existir parece algo Inevitable.