Inevitable

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Como de Borges, pero con lágrima y reproche

Mario Diament, antes periodista, luego dramaturgo, tiene escasa participación cinematográfica. En 1977 colaboró en el guión del melancólico film "¿Qué es el otoño?", de David J. Kohon. En 2003 fue motivo del documental "Recóndita armonía", de Eduardo Montes Bradley (que se ocultó tras el seudónimo de Lupita Vélez, sólo reconocible por los viejos espectadores de cine). Eso era todo. Pero en 2013 Diament fue llevado al cine, no en una, sino en dos películas, ambas basadas en la misma pieza teatral: "Cita a ciegas".

Protagonizada por Víctor Hugo Vieyra, dicha pieza disfrutó dos temporadas de éxito en el Cervantes, años 2005 y 2006. El año pasado la repusieron en el Colonial, con Gerardo Longo. Es una obra de reducido elenco, cuyos personajes, tristemente vinculados entre sí, charlan ocasionalmente con un viejo escritor ciego sentado en el banco de una plaza. El ciego ve lo que los demás no pueden, y a veces sugiere algún consejo fácil de dar, o juega con alguna excusa metafísica para soñar que un romance imposible se esté concretando en otra dimensión paralela. Pero en cierta ocasión alguien se toma demasiado de sus palabras, y varias cosas se desbarrancan.

Las versiones cinematográficas se llaman "Puzzle", de Andrei Zinca, Rumania (con dinero de EE.UU., donde se estrenará como "Puzzle for a blind man"), e "Inevitable", del autor de "El niño de barro", Jorge Algora, coproducción hispano-argentina que se estrena hoy entre nosotros. En ambas, el ciego apoya las manos sobre el bastón igual que Borges. Sólo que en la rumana usa un moñito estilo Jorge Asís, y en ésta habla con la respiración entrecortada como Borges, pero con la voz todavía firme de Federico Luppi, que sale de su estilo habitual para componer mejor su personaje.

El y Darío Grandinetti son los protagonistas. Antonella Costa, la antagonista que despierta la "inevitable" pasión de un señor casado, al que también vemos sentado en otra especie de banco (es gerente de inversiones). Hay algo de provocación y sexo. Pero las mejores actuaciones femeninas están a cargo de Mabel Rivera y Carolina Peleritti, de admirable caracterización como víctimas laterales del drama pasional. Muy buena, la escena sin palabras donde ambas se enfrentan a la desgracia. Escena elogiable, además, porque altera el tono uniforme de la representación. También altera un poquito la obra original, y lo hace para bien.

Otros cambios, bastante menores, sólo afectan al precio de un cuadro y a la escalera mecánica de la estación Saint Michel de Paris, cambiada por la tristona y romántica rúa do Villar, de Santiago de Compostela. Se incluye además una reunión de directivos para lucimiento de Néstor Zacco en carácter de cruel financista y Carlos Kaspar como fusible en cargo intermedio. Los créditos finales juegan con la consoladora idea de una realidad alternativa. Se mantienen las referencias a "La educación sentimental", de Flaubert. Y se agradece a la familia Pallarols el bastón labrado que usa el ciego. A fin de cuentas, a Borges también le habían regalado uno.