¿Cuántas películas sobre los horribles sucesos de la dictadura tenemos los argentinos? Muchas, y seguramente, no las suficientes, pero ninguna como “Infancia Clandestina”. La cual viene como una grata sorpresa, seguramente a hacer historia en el cine nacional. Así de simple, así de categórico.
“Jugando” a las escondidas
“Infancia Clandestina” nos cuenta la vida y la cotidianeidad de un niño de 11 años que vive en la clandestinidad de un nombre falso, junto a sus padres militantes montoneros de alto rango durante la última dictadura militar.
Contrariamente a lo que uno supone, la infancia de este chico, si bien esta llena de violencia y momentos límite, por otro lado esta llena de amor, llena de familia, llena de sonrisas, llena de lazos fraternos, de lealtad, de ideales, y de despertares típicos de la edad. De hecho seremos testigos del paso de la niñez a la pre adolescncia de Juan.
Juan, elige su propio nombre clandestino para pasar a llamarse Ernesto, de este modo tras un exilio obligado en el comienzo de la historia, y un periplo que se antoja interminable entre Brasil y Cuba, en el año 1979, la familia separada y exiliada, decide volver a reunirse en la Argentina. En realidad es El padre de Juan quien lo decide, ya que cree que el momento de intensificar la lucha ha llegado. Es aquí como Ernesto entra en acción, un alter ego “social” de Juan, que será su cara visible cuando traspase las puertas de su casa.
Lo ira a buscar el hermano de su padre, el Tío Beto, acaso el mejor personaje de la historia, quien lo acompañara a lo largo de la travesía que es esta historia.
La Ideología del amor
Si bien esta puesta en marcha que les acabo de contar, puede parecer a priori un ensalzamiento del movimiento montonero, y de sus guerrilleros y de todas las acciones que llevaron a cabo, no lo es. De hecho es algo totalmente diferente. Ahí es donde “Infancia Clandestina” gana por goleada. La visión de este niño, esta exenta del bagaje y carga política que tiene todo su alrededor. Pero no se confundan, Juan/Ernesto es completamente consciente de lo que ocurre, de la lucha que llevan sus padres, de los miedos que atraviesan, de las mecánicas del escondite, y disimulo que tiene que llevar a cabo. De hecho es este disimulo, el que lo llevará inevitablemente a ser Ernesto, un niño normal que va al colegio, que disfruta de sus amistades, que se enamora por primera vez, que comparte un beso, un abrazo femenino, una travesura infantil (o no tanto…)
Ernesto/Juan vive rodeado de amor, del amor de sus padres del amor de su hermana de apenas un año, del amor interminable y entrañable de su Tío Beto, de los compañeros de armas de sus padres, de su abuela, aunque a cuenta gotas.
Entiendan por favor que Juan y Ernesto son la misma persona, pero que vivirán cosas diferentes, Juan quedara latente en su hogar, mientras que Ernesto será el que desarrollara el amor preadolescente, las amistades inocentes, los bailes juveniles. En tanto que Juan será el que enfrente a los padres, el que tome determinaciones, el que sufra y este mas al tanto de lo que pasa, y en definitiva el que prevalezca.
En los papeles
La película tiene una factura técnica IMPECABLE, destacándose en todos los aspectos importantes.
La fotografía es realmente increíble, y aunque en un principio, me pareció excesiva la utilización de primerísimos primeros planos y planos detalle, después me di cuenta, que son las cosas en las que pone atención un chico de esa edad, bien, otro poroto anotado. Otro fuerte es la actuación, destacándose en primera instancia Ernesto Alterio. Natalia Oreiro sorprende en su composición dramática, y complementa perfectamente con Cesar Troncoso. Teo Gutiérrez Moreno, quien encarna a Juan, lleva la película delante de manera perfecta, y se advierte detrás un cuidadísimo trabajo de dirección. Por último, es necesario mencionar a Cristina Banegas, quien encarna a la abuela de Juan, quien tiene una gran participación en una escena clave de la película.
Otra cosa para remarcar es la utilización de animación en la película. En tres momentos específicos del filme, los cuales por ser troncales no les voy a especificar cuales son, se utiliza una técnica de animación, pero ojo, no es animación o “dibujo animado” estándar, es una sobreposición y montaje de ilustraciones, llevadas a gran ritmo y vertiginosidad, las cuales cuentan la historia de lo que esta pasando. GRAN acierto del director. Tanto estéticamente como a nivel guión funcionan a la perfección, después de todo, esos momentos a los ojos de un niño de 11 años, pueden parecer irreales, como oníricos, por eso me parece una buena elección este método de narración.
¿Suma, resta o divide?
Hay que tener en cuenta algo MUY importante, este filme no ahonda en la crítica (buena o mala) de lo que fue la lucha armada de los 70s, si no que es una historia de ficción, aunque basada en hechos reales, muchos de los cuales fueron vividos por el mismo director de película, Benjamín Ávila. El mismo vivió en una casa de militantes y en la clandestinidad. Por lo que hay que ser muy cautelosos al momento de mirarla, juzgarla y asimilarla. Esta es la historia de Juan, mas allá de que su entorno sea el que ya sabemos. Si bien es nodal e intrínseco a la trama, la situación del país, y de la familia de Juan, son donde se inserta esta historia, y no al revés. Es la historia de Juan, de su primer amor, de su despertar a la adolescencia, de sus amores, de su infancia entre risas asados y tardes de sol, pero insertada donde ya les conté.
“Infancia Clandestina” aporta una mirada nueva, sobre un tema ampliamente tratado por el cine argentino. Tan tratado es que las dos películas ganadoras del Oscar por la argentina, tienen esta temática, una como temática principal, y otra como temática accesoria pero omnipresente.
Conclusión
“Infancia Clandestina”, logra lo que se propone donde se lo propone, cuenta una historia, que no todos conocemos, cuanta que pasaba en el patio familiar de una familia militante, cuenta que se hablaba en esa mesa familiar, cuenta la historia de un niño, que es solo eso, un niño en medio de la coyuntura que supone vivir en una familia militante. Habrá perdidas, no es nada descabellado decirlo, pero son las mismas que todos como sociedad hemos tenido en aquel capítulo espantoso de nuestra historia. Descontracturemos la visión “tradicional” de la temática, miremos un poco al sesgo y podremos disfrutar, compartir y enriquecernos con la historia de Juan y su familia. Si lo hacen, les prometo que se van a ir de la sala, angustiados, es cierto, pero también llenos de amor…