Militancia e Inocencia
Benjamín Avila llega al largo como debutante, eligiendo narrar la historia de un chico de 12 años, a través de su mirada, en la Argentina de los años de plomo, viviendo con sus padres militantes Montoneros casi en otro mundo paralelo, el de la clandestinidad, la cual llega con otros nombres, pero siempre con un permanente estado de incertidumbre, a que las fuerzas avasallen su escondite y llegue el fin de todo. En tanto el protagonista, qué es el chico sin dudas, empieza en su nueva escuela, donde descubrirá la atracción del primer amor, esto en el guión está presentado notablemente, siendo uno de los valores mayores del filme, y que a la vez surge en una realidad paralela como la "otra clandestinidad inocente".
Los padres están encarnados por una correcta Natalia Oreiro y un estupendo César Troncoso, actor uruguayo de "El baño del Papa", "XXY", "Matar a todos", entre otras.
Hay un tío que viene a ser como el familiar adorado por el chico y se constituye como el "romántico" de la historia a cargo de Ernesto Alterio.
Un guión llevado con seriedad, bien desarrollado, realista, que conforma un muy buen título para nuestro cine, y que trae el plus cantado de "Sueños de juventud", aquél vals inmortalizado por Gardel, cantando en simple por la Oreiro y que es más que un simbolismo.