La (otra) historia oficial
La ópera prima de ficción de Benjamín Ávila (Nietos (Identidad y memoria), 2004) Infancia Clandestina (2012) es una de esas películas que puede gustar más o menos (y eso va a depender únicamente de la subjetividad del espectador) pero que resulta incuestionable desde todos los sentidos.
La historia se sitúa en Argentina, año 1979, cuando en plena dictadura militar, una familia de revolucionarios, decide volver al país, tras el exilio, para continuar con la lucha armada. La trama toma el punto de vista de Juan, un preadolescente que vive entre la anormal/normal vida que sus padres eligieron y los cambios internos/externos que su crecimiento va provocando.
Qué Infancia Clandestina esté producida por Luis Puenzo, ganador del Oscar por La historia oficial (1985), no es un hecho casual ya que en un punto (y sin develar demasiados detalles) la película de Ávila podría funcionar como una precuela de su antecesora. El desenlace de una bien podría haber sido el comienzo de la otra, aunque sólo sea producto de una casualidad ya que Infancia Clandestina está basada en la propia realidad de su realizador hijo de madre desaparecida.
Uno de los grandes logros del film y que no se da muy habitualmente en la ficción, es el de nunca perder el punto de vista. Siempre la trama seguirá la versión Juan sobre los hechos y de como él los vive. Por eso resulta más que correcto utilizar la técnica de animación para mostrar los enfrentamientos armados entre la guerrilla y las fuerzas paramilitares, siendo la forma con que un chico de su edad puede vivir algo tan terrible, aunque en su mente lo asimile casi como un juego.
Infancia Clandestina, muestra otro lado de la guerrilla, no el estereotipo ni el clisé, sino el costado más familiar, muestra a personas simples que luchaban por un ideal, seres humanos que tenían familia, festejaban cumpleaños, e hijos que se iban de campamento, aunque vivieran con nombres falsos y en vez de maní con chocolate fabricaran granadas. El gran acierto de Benjamín Ávila es no recurrir nunca al golpe bajo, y en cierta forma tiene que ver con el punto de vista elegido para llevar adelante el relato. La infancia hace ver la vida de otra manera aunque todo lo que te rodea sea terriblemente trágico y eso es lo que la película quiere mostrar.
Benjamín Ávila no sólo se rodeó de un gran equipo técnico sino de grandes actores, aunque algunos pequeños en edad como el caso del extraordinario Teo Gutiérrez Moreno. Qué decir de Ernesto Alterio, del uruguayo César Troncoso al que ya habíamos visto lucirse en El baño del Papa (2007), o de la siempre notable Cristina Banegas, si están todos perfectos. Pero una vez la que se lleva los mayores aplausos es Natalia Oreiro, una gran actriz que se supera día a día, película a película, momento a momento. El personaje más potente de una carrera cinematográfica destinada a ser cada vez más brillante.
Si La historia oficial fue el primer Oscar para el cine argentino, Infancia Clandestina tiene todos los condimentos para salir a pelear por el tercero. Porque podrá gustar o no, pero nadie podrá decir que no es una gran película, que detrás hay una gran historia de amor, un buen director, actores capaces de construir personajes creíbles y que tanto técnica como narrativamente es incuestionable. Sin duda es la película que nos trae la historia que nunca nos contaron para meterse de lleno en la historia del mejor cine argentino. Excelente.