Entretenida propuesta de género que alterna con lo dramático.
Sea por clima o fauna, la confrontación del hombre con la naturaleza fue un tema tocado muchas veces en el cine. Pero enfrentarse a estos en una sola locación y que sea prácticamente claustrofóbica, no se ve todos los días (un ejemplo que fácilmente viene a la mente es Snake on a Plane). Ese es el escenario que presenta, cocodrilos y tormentas mediante, Infierno en la Tormenta.
Padre e Hija
Cualquier otra película con la premisa de un cocodrilo come hombres en una casa golpeada por una tormenta, abriría mostrando primero a un pueblo sumido en la misma. Sin embargo, Alexandre Ajahace entrar al espectador por otra puerta: la de la protagonista en una competencia de natación.
Puede resultar un poco obvio en su anticipación, ya que salta a la vista que esta actividad es la que le vendrá útil cuando el conflicto empiece a arder, pero de esta manera conectamos de manera inmediata con las emociones del personaje y su peculiar actitud: alguien que se toma la competición muy en serio, y no hay competencia más seria que sobrevivir en medio de una brutal manifestación de la madre naturaleza.
Infierno en la Tormenta tiene dos contras: primero, la protagonista es mordida por los cocodrilos en varias de sus extremidades, es revoleada como un muñeco, y nada tranquilamente sin que la fluidez de la nadadora profesional que es se vea afectada de alguna manera. Su padre, por otro lado, por recibir el mismo tipo de daño, es quebrado (no pocas veces con fractura expuesta) y dejado al borde de la invalidez.
El otro detalle que le juega en contra es una pequeña escena donde padre e hija discuten sobre quién tiene la culpa del reciente divorcio que sacudió a la familia. Si bien lo emocional de su relación parece bien trabajado y guarda una coherencia fundamental para la resolución del conflicto, por otro lado, cabe hacerse la pregunta: ¿muchachos, les parece que este es el mejor momento para discutir eso?
Aclarados estos dos detalles, dejemos algo en claro: la película no aburre en absoluto.
Los protagonistas no paran de encontrar obstáculos. Cuando los cocodrilos no le hacen la vida imposible, el clima lo hace. Es como si ambas fuerzas opositoras se pasasen la posta para hacerlos sufrir. No son pocas las veces que cuando uno siente que los protagonistas ya están fuera de peligro, aparece otra cosa que les complica la salida. Lo que se dice avanzar un casillero y retroceder dos.
Kaya Scodelario desde la primera escena hace un despliegue de la destreza física necesaria para hacer frente a una propuesta de esta naturaleza. Aunque debe decirse que hay momentos, por breves que sean, donde su destreza expresiva gana terreno. Barry Pepper, quien da vida a su padre, es el actor de trayectoria que viene a otorgar seriedad a la propuesta, siendo el principal motor de todas las instancias más emocionales en el metraje.