Alberto Romero, un hombre de cine de distintos rubros, que fue galardonado como guionista (“Quien mato a Mariano Ferreyra”) y como documentalista por “Carne Propia”, realizó su primer filme de ficción con un tema contemporáneo urgente pero inmerso en géneros que van desde el western, la road movie y los fantasmas. Con la poderosa imagen de una mujer embarazada. Casi a término, armada con un fusil, como la heroína menos pensada. Es una maestra que huye de un hombre violento, cansada de soportar humillaciones, amenazas, golpes. Su esposo es un influente político con conexiones y un “papi” poderoso. Ella es una maestra, una mujer que dice basta. De esa situación ya angustiante y terrible, que se complica cuando le dispara al golpeador, ella huye buscando su pueblo natal en La Pampa, con la voz de su hijo por nacer, con el diálogo que ella tiene con ese nonato, y un camino que se puebla de hombres amenazantes, alguna solidaridad femenina, apariciones, leyendas, soledades. A pesar de todo y de todos se transforma en una mujer poderosa a la que nadie detendrá. Bien narrada, muy bien filmada, con toda la fuerza de imágenes contundentes y sugestivas, no pocas situaciones ingeniosas y por sobre todo bien actuada. Habitada por seres extraños que el director admite fueron inspirados por la historieta argentina. Un tema tan urgente como la violencia de género adquiere una dimensión aún más potente con la inmersión en un film que mixtura géneros. Perfecta Guadalupe Docampo, acompañada por un gran equipo: Alberto Ajaka, Mario Alarcón, Héctor Bordoni, Chucho Fernández y otros.