Hay sagas que se justifican como tales desde su primer título, incluso desde los trailers que las anticipan. El señor de los anillos, Indiana Jones, Star Wars, El padrino, están allí para confirmar la teoría. Sin embargo, el caso de Underworld no pertenece precisamente a este grupo de elegidas.
Inframundo: El despertar es la cuarta parte de una historia que en su primer título agotó la única idea que le dio origen: el enfrentamiento entre una raza de licántripos y otra de vampiros, batallando en el planeta tierra con los humanos como testigo involuntario y víctima inmediata.
En ese marco, esta nueva entrega no sólo es más de lo mismo sino que es mucho menos de lo poco que podía esperarse, ya que los poco más de 80 minutos de acción que tenemos en pantalla son apenas un nuevo refrito de una idea gastada y vencida hace años. Tiroteos, corridas, un hombre lobo matando a un humano, un vampiro ajusticiando a un enemigo, más tiroteos, y otro, y otro. Ni la belleza todo terreno de Kate Beckinsale -enfundada en un traje ajustado que le sienta perfecto- ni tampoco los FX símil Matrix (también vencidos a fuerza de repetición) logran mejorar esta nulidad fímica que, para peor, en sus últimos minutos amenaza con continuar en una quinta parte.