Sergio Garces (Diego Peretti) se gana la vida como extra en múltiples rodajes (incluidos algunos de cine porno). Apodado “El Francés” por sus amigos, supo ser de joven cantante de covers de Serge Gainsbourg, con quien comparte las iniciales S.G. a las que alude el título. Ya cerca de los 50 años, actúa con la irresponsabilidad y el desenfado de un adolescente, mientras debe lidiar (incluso en estrados judiciales) con una incapacidad absoluta para controlar sus ataques de ira y su tendencia a la fabulación. Además, la vida lo enfrentará a una racha de infortunios y le dará unos cuantos golpes (literales): desde un fuerte accidente en bicicleta hasta alguna golpiza.
En el marco de un festival simil BAFICI, conoce a Jane (Julianne Nicholson), una vulnerable programadora estadounidense que se obsesiona por él, aunque el protagonista parece más interesado en el fútbol (estamos en pleno desarrollo del Mundial 2014 en Brasil) que en algún compromiso afectivo.
Con una omnipresente narración en off con la voz de Daniel Fanego, esta película codirigida a cuatro manos por la libanesa Rania Attieh y el texano Daniel García apuesta por la comedia negra, premeditadamente desafiante, que remite a cierto patetismo del cine de los hermanos Coen y por un humor muchas veces deforme que ubica a Peretti en la línea del Barry Egan de Adam Sandler en Embriagado de amor, de Paul Thomas Anderson. Así, cinéfila, melómana y futbolera a la vez, se trata de una propuesta provocativa, que escapa siempre de la norma, de las convenciones y de lo previsible. Una auténtica rareza.