El talentoso Fernando Spiner cuenta entre las motivaciones para incursionar en una tradición fantástica, la conmoción que la causó la muerte de su padre y el deseo de volverlo a ver. Escribió el guion junto a Eva Benito y Pablo De Santis, y realizó un muy interesante film sobre mundos paralelos, donde los muertos pueden habitar una suerte de limbo en construcción, que puede ser una esperanza para los dolientes que quedan en esta vida o un gran negocio sin escrúpulos. Con pocos efectos especiales, pero con originalidad de ideas se puede abordan un tema inquietante cuya materia son los deseos, el desencanto, las ecuaciones matemáticas, la ilusión siempre presente de vencer a la muerte y conquistar la eternidad. Con dispositivos tan sencillos como un ascensor de un viejo edificio, más el logrado y casi silencioso mundo de Leteo, los planteos son inteligentes, interesantes y también inquietantes. Belén Blanco es la interprete perfecta para transmitir todas las sensaciones que van de la incredulidad, la zozobra, lo vulnerable y poderoso al mismo tiempo. Muy bien secundada por ese científico “no tan loco” de Daniel Fanego, la obsesiva ingeniera hecha con toda intensidad por Analía Couceyro, más Elvira Onetto, Diego Velázquez y Patricio Contreras.